Escrito por:
Francisco Vásquez Atencio
Columna: Opinión
e-mail: francisco.vasquez.atencio75@gmail.com
Twitter: @franvasquez_06
Prosperidad es el éxito de lo que se emprende, la buena marcha en lo que sucede, el curso favorable de las cosas.
Es claro que la prosperidad no se delega, se construye a través de una sociedad que cumpla sus deberes fundamentales, tales como aprender, crear, producir, colaborar poniendo en el centro al ser humano con su dignidad, integridad y libertad, para estimular un progreso que se mide a través de la capacidad de construir consensos desde de la verdad y la transparencia; sin caer en los vicios del engaño y la manipulación ciudadana. De una ciudadanía autónoma que evolucione del derecho a la protesta hacia el deber de la propuesta, maximizando la capacidad de diálogo, igualitaria y tolerante en una democracia de calidad y socialmente centrada.
Ejercer el deber de proponer soluciones a las necesidades sociales que nos apremian requiere un compromiso intersectorial, donde el liderazgo del sector privado proponga con mayor precisión y efectividad planes de acción en torno a factores de crecimiento como productividad e innovación, inclusión social y diversidad, cambio climático y sostenibilidad y capacidad institucional y Estado de derecho, frentes que nos abren oportunidades concretas de financiamiento privado y multilateral, tanto regional como global, y que son condiciones exigibles para movilizar recursos y estimular la inversión.
Desde una óptica pública, queda la clara lección de enfocar esfuerzos en crear instituciones con capacidad técnica y alta especialización para la prestación efectiva de servicios públicos críticos para el desarrollo social, como son salud y educación; así como para la creación de un marco regulatorio eficiente, que estimule el desarrollo del sector privado en torno a la transformación digital del comercio y la integración hacia mercados de mayor escala. Proteger, respetar y garantizar el equilibrio entre cumplir deberes y exigir derechos implica un intercambio justo de beneficios para crear bienestar.
Armonizar el crecimiento económico con los estándares de los derechos fundamentales crea las bases de un modelo de desarrollo a largo plazo; que determina la sostenibilidad de una economía equitativa, inclusiva y sustentable; que exige integrar una cultura de mejoramiento permanente y continuo de nuestro desempeño como ciudadanos, para lograr que cada esfuerzo e inversión tenga un impacto social en nuestro crecimiento. Una sociedad activa y responsable no delega sus deberes, construye su progreso y vive sus derechos. Así de simple, lo que impone la necesidad siempre de armonizar y articular los esfuerzos de todos en dirección al logro de los mejores propósitos que lleven a una integral prosperidad.
Para reflexionar: “Todo lo que hoy sucede debe tener un propósito de transformación social, siempre y cuando existan buenos líderes que ayuden a construir un verdadero tejido social”.