Vivir en pasado

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



En el mundo hay personas que no se resignan a vivir en estos tiempos; el pasado es lo suyo.

Algunos no soportan la aparatología actual y, mucho menos, los espacios contemporáneos y su decoración. Sus viviendas, detenidas en el tiempo, constituyen un viaje al pasado, una visión de épocas anteriores en los cuales todos los objetos son auténticos y el estilo de vida pertenece al tiempo en el cual se sitúan.

¿Cómo es vivir en una máquina del tiempo? Hace poco, el diario británico The Guardian publicó una crónica acerca de la vida de cinco británicos que se han apartado de las tendencias modernas. Aaron Whiteside es un habitante de los años 30 con una especial fijación en 1936.

Solo hay 2 elementos ajenos a ese tiempo: un televisor de 1951 y un dispositivo Alexa oculto en una vieja bocina treintera; incluso, sus valores sociales pertenecen a esa época. Considera que la sociedad actual es muy codiciosa e inmoral. Quienes le visitan le preguntan si vive en la casa de su abuela. Sus pertenencias, además de las heredadas, las obtiene de una vieja tienda de chatarra: gramófonos, tostadoras, aspiradoras y cuanto objeto se haya fabricado en esos tiempos. Hasta su comida es concordante con su vivienda. 

Julie Kelty tiene su casa decorada al estilo de los 40. Los objetos de elaboración posterior permanecen ocultos. Por sus dos hijos posee televisor y lavadora (oculta tras una cortina). Sus viejas revistas adornan la estancia; las direcciones sus anteriores propietarios le pone a pensar en quienes fueron, cómo vivieron y cómo murieron. Hace restaurar muebles viejos que compra en tiendas de beneficencia. Su ropa y su estilo de vida también corresponden a esa época.

“Amo la sencillez de esa época, sin las exageraciones de ahora”, dice Julie. Añora el vecindario de aquellos tiempos: “Se sentía como si todos estuvieran juntos; las personas hacían cosas por lo demás. Amo ese sentido de vecindad y comunidad”.

Situada en los años 50, el estilo de Emma Bolton es ranchero estadounidense, con toques polinesios. También compra en tiendas de caridad y mercados de pulgas. Explorando por internet en buscadores especializados, ha podido conseguir objetos de autor. Tiene 2 barras estilo años 50, una de ellas de bambú estilo tiki. Su cocina de estilo cincuentero cuenta con aparatos modernos.

El amor por los autos de los años 60 y el estilo de esa época inspiraron a Nick Grant. Los sábados por la noche veía seriados norteamericanos como los Dukes de Hazzrd, A Team o Knight Riders”.

Este escocés puso color a la vida, especialmente en los grises y gélidos inviernos. Su auto es un Chevy 57 color rojo con techo negro, el comedor de su casa es color azul turquesa referenciado Pantone y las mesas auxiliares, estilo Bauhaus. Bastante ecléctico es Grant. Dice que no le gustaría vivir en esas épocas, pues no se identifica con esos valores; sólo le atrae el estilo. Sus elementos modernos están escondidos.

Hija de un comerciante de antigüedades y ebanista restaurador de muebles, Ellen Bilson vivió siempre en caoba. Su afición es conseguir muebles viejos con valor. Vive en los 70, época que valora por su color, formas, estilo y nostalgia. Su televisor de los 70 es analógico, y cree poder actualizarlo para no desecharlo. No compra en tiendas de antigüedades; lo suyo es la búsqueda paciente.

Colombia también es una máquina del tiempo; por unos pocos cavernícolas de las pretéritas épocas de los siglos pasados, no salimos de la violencia y la corrupción. La modernidad no son los coches último modelo, edificios inteligentes, comunicaciones maravillosas o aparatos electrónicos interconectados. No.

Es ajustarse a las tendencias mundiales; nos debemos un nuevo pacto social. Estamos obligados a dejar atrás las soluciones violentas, la corrupción criminal, la concentración de poderes y oportunidades, es pensar en el progreso de todos los ciudadanos. Tenemos que dejar atrás el siglo XIX mental post “independencia”.



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