¿Reducir la población mundial?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Desde cuando el Homo “Sapiens” quedó como única especie humana, los cambios en el planeta son demasiados e irreversibles. Por ejemplo, la extinción de muchas especies vitales; otras, en riesgo inminente, como los polinizadores.
El desarrollo ha traído también problemas enormes: contaminación por el uso de petróleo y derivados; alteración de ecosistemas por monocultivos, uso de pesticidas, tala de bosques nativos o ganadería extensiva. Los plásticos invaden todo simulando un agresivo cáncer o una infección incontenible, y las radiaciones causan daños irreparables a especies vegetales y animales. Sumando la destrucción de la capa de ozono y otros daños ambientales, la Tierra está al borde del colapso, y responde con deshielos, huracanes, tsunamis, terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas y otros “desastres naturales” procurando un equilibrio entre las especies vivientes, una homeostasis, una autopoiesis.

La observación empírica demuestra que, entre las maneras de controlar a la especie más depredadora conocida, el humano, están los fenómenos naturales, las guerras, las enfermedades no transmisibles y las pestes. Según la Hipótesis Gaia, nuestro planeta se comporta como un ser viviente y se defiende buscando mantener sus propiedades cualitativas, un equilibrio numérico y las debidas proporciones entre las especies que le permitan sostener la vida. Mientras los conflictos bélicos vienen en descenso desde la Segunda Guerra Mundial, y ahora hay proporcionalmente menos víctimas que antes (excepto en Colombia), el número de humanos crece geométricamente. Las grandes revoluciones de la humanidad han mejorado la capacidad productiva de alimentos, pero distribuidos tan mal que en los países desarrollados la gente muere por exceso de alimentación y, en los países tercermundistas, el hambre cobra miles de víctimas diariamente. Pero, estamos llegando a los límites.

Los movimientos ecologistas y la concientización de una buena parte de la humanidad ha cambiado algunas costumbres; por ejemplo, la reducción del uso de productos desechables no biodegradables, menor consumismo y descenso en la reproducción de la especie. El materialismo exagerado causa una excesiva producción y consumo de bienes, y una redistribución negativa de los recursos monetarios. La desregulación estatal contribuye a la creciente desigualdad que, al final, termina por convertirse en un factor autolimitante: a mayor número de pobres y decreciente número de humanos, habrá menos capacidad de consumo y, consecuentemente, menor producción y menores ganancias. Los estados que intervienen la economía producen mayor bienestar general cuando se mantiene un equilibrio entre la producción de bienes y servicios, y una buena capacidad de compra del ciudadano.

Sin embargo, una tendencia de las nuevas generaciones es la de no tener hijos, o minimizar la reproducción. Antaño, era importante contar con mucha descendencia, por dos factores importantes: la tasa de mortalidad infantil era elevada y un número alto de hijos garantizaba la continuidad poblacional; por otro lado, había mano de obra suficiente para mantener la producción familiar. Así, para 1950, la tasa de fertilidad estaba en 4,7 niños por cada mujer. Ahora, cuando la desigualdad crece por la concentración de riqueza en cada vez menos manos, el mantenimiento de una familia es cada vez más difícil. Además, las mujeres están mejor educadas, ejercen control sobre su reproducción, y salieron del hogar a trabajar.

Un estudio del Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) indica que la tasa mundial de fertilidad estaba en 2,4 para 2017, descendiendo continuamente; la cifra crítica por debajo de la cual hay crecimiento negativo es 2,1. Hace varias décadas existía gran preocupación por el crecimiento mundial y los programas de control de la natalidad eran prioridad de las naciones. Por ejemplo, el exagerado crecimiento de China suscitó el objetivo de un hijo por familia. Si no sobreviene un holocausto nuclear y no se aumenta en 2 grados la temperatura global, el planeta tendrá su pico poblacional en 2064 con 9700 millones de habitantes, para descender dramáticamente. Los países más avanzados serán los más despoblados para 2100. ¿Cuáles serán las consecuencias? ¿Estamos preparados para ello?