Prioridades y Nueva Normalidad

Columnas de Opinión
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Preocupaciones tenemos, tendremos y muchas serán, importando estar alertas y atentos en relación de cuáles deban y tengan que ser atendidas primero que todo y, antes que nada: salud, familia, economía, empleo, ingresos, educación, seguridad, no obstante ser aspectos todos importantes en mayor o menor escala, pero que requieren resolverse. La crisis sanitaria ha colapsado la salud, desestabilizado el empleo, minimizado los ingresos familiares, ahondado la inseguridad y las falencias en la educación; y, en fin, desnudados y de qué manera los problemas de un departamento como el nuestro despojado desde siempre por gobernantes y clases dirigente y política.

Campea corrupción, desvío de recursos, peculados, desmanes, delitos. Políticos y partidos manejando sus propias y ventajosas prioridades, en ningún caso las demandas por los ciudadanos a las que obligados están a solucionar, pues sus intereses son distintos; tales como participar de componendas, poder y demás otras prebendas derivadas de una corrupción que galopa desbocada en todo sentido y tras sucios intereses; esto es, tras el premio del poder político y económico que están muy lejos de las prioridades de los ciudadanos. No están en sus preeminencias salud, educación, violencia(s), inseguridad(es), empleo, para solo citar algunas.

A todo, debemos sumar la llamada nueva normalidad. Los eventos son normales cuando siguen la tendencia o representan la mayoría; y anormales, cuando no se comportan como la mayoría. Igualmente, solucionar problemas en condiciones normales, esto es los más frecuentes, situaciones y hechos ciertos en los que es fácil distinguir la causa del efecto y entenderlos para solucionarlos. Lo normal es lo que sirve de norma o regla.

El concepto de normalidad ha sido la forma de comprender y modelar los fenómenos naturales, sociales y psicológicos que se comportan por el azar; sin embargo, la situación que vivimos nos ha vuelto al principio, toda vez que lo que hoy acontece define un nuevo concepto de normalidad, signado por la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad, que vemos retratada en lo tecnológico, valor de acciones y bonos, volatilidad, factores y fuerzas difíciles de entender y verdades que no se alcanza a mirar con claridad. Se rompe estabilidad, control, decisiones, lo presencial, y demás; pues lo imprevisible y no esperado afectan de manera singular y radical todas las áreas de la vida personal, cultural, profesional, familiar, social, ambiental, académica, religiosa y económica.

De ahí que toque sin alargamientos priorizar prioridades, no acongojarnos ni abrumarnos, ser positivos por más incómodo que nos parezca, empezar a aceptar esa nueva realidad y adoptar nuevos comportamientos que nos ayuden a superar dudas, miedos, temores e incertidumbres.

Razones las dichas que impone enfrentar lo volátil con la clara perspectiva de adónde queremos llegar, afrontar la incertidumbre con información importante sobre el entorno e incorporando formación y aprendizaje como forma de vida, anteponer complejidad con claridad, simplicidad y sencillez en el adelanto de tareas, acciones. Superar ambigüedad con flexibilidad y agilidad, proponiendo opciones sobre cómo solucionar los problemas que surjan y tomar decisiones creativas con prontitud, en la certeza que esta nueva normalidad es además de agresiva, desafiante y trae consigo efectos con alcances e impactos impredecibles, toda vez que la pandemia afecta convivencia, economía, empresa y gobiernos, obligando tener que seguir haciendo vida, resolver problemas sociales, potenciar economía y riqueza para seguir creciendo.


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