Sobre el “Boom literario” y Julio Cortázar

Columnas de Opinión
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El llamado “Boom literario latinoamericano” se dio a conocer con la aparición de la novela ‘Rayuela’, del escritor argentino Julio Cortázar.
El mundo descubrió que el idioma español permitía un tratamiento diferente al que había hecho carrera en España. Aunque en la Península eran conocidas las obras de Alejo Carpentier y de Miguel Ángel Asturias, además de los trabajos literarios de Ernesto Sábato, Juan Carlos Onetti y Juan Rulfo, entre otros, los lectores del Viejo mundo ignoraban lo que por estas tierras ocurría con el manejo de la lengua de Cervantes. Brillaban con enormes resplandores en la poesía Borges y Neruda. Y la máxima figura del Modernismo literario, el nicaragüense Rubén Darío, había dejado para siempre su impronta en el idioma de Castilla. Mientras tanto, España sufría un estancamiento durante el período literario llamado “del medio siglo”: solo los hermanos Juan, Luis y José Agustín Goytisolo se nombran con entusiasmo cuando se habla de esa época.

Indudables precursores del “Boom” son los autores latinoamericanos antes mencionados. Sin embargo, entre ellos descuella Alejo Carpentier, autor del concepto de “realismo mágico” conocido también como “lo real maravilloso”, llevado a su máxima expresión por Gabriel García Márquez en ‘Cien años de soledad’. Los otros autores principales del “Boom” son Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar.

Con ‘Rayuela’ Cortázar revolucionó la lengua castellana. Esta obra, que desde el comienzo concede licencia al lector para que pueda leerla en el orden que mejor le parezca, llamó la atención de los críticos y hoy, cincuenta y siete años después, sigue siendo objeto de estudios y tesis de grado en instituciones educativas. En francés, lengua que dominaba Cortázar, el título es ‘Marelle’, que en castellano nuestro equivale a ‘Peregrina’ o ‘Golosa’, el juego de niños en el cual se salta de una casilla a otra sobre una figura trazada en el suelo. De esa manera puede leerse ‘Rayuela’: a saltos. Pero como es mejor leer las obras y no limitarnos a la arbitraria explicación de sus mensajes, preferimos dar a conocer solo algunas notas sobre su autor.

Julio Cortázar nació en Bruselas, Bélgica, el 26 de agosto de 1914. Llegó a París en 1951, dotado con una beca de estudios; prolongó su permanencia trabajando para la Unesco. No dejó de escribir: publicó ‘Final de juego’, ’Las armas secretas’ y ‘Todos los fuegos, el fuego’. También escribió ‘Los premios’, ‘Historia de Cronopios y de Famas’, ‘La vuelta al día en ochenta mundos’ y ‘Un tal Lucas’, entre otros. Su residencia en el exterior era voluntaria cuando solicitó la nacionalidad francesa, pero en 1976 su exilio se convirtió en forzoso, pues su libro de cuentos ‘Octaedro’ (1974) mereció la condena de la Junta Militar argentina de ese momento. En la novela ‘Libro de Manuel’, se muestra solidario con las protestas sociales. Cortázar entregó los derechos de autor a las familias afectadas por la dictadura del general Lanusse en Argentina. Más tarde, cuando por la misma obra le concedieron el Premio Médicis, donó el dinero para la causa chilena en contra de las torturas del general Pinochet. Cortázar formó parte del Tribunal Russell para juzgar a ese dictador.

Cortázar expresa su compromiso con la protesta social en nuestro subcontinente con las siguientes afirmaciones: “Si yo me hubiera quedado en Argentina probablemente no habría llegado a entender nunca lo que pasaba en mi propio país”. “Ya no es posible refugiarse en la torre de marfil de la literatura pura, el cine puro, la pintura pura. Hay que estar ligado de alguna manera al destino de nuestros pueblos”. El escritor murió el 12 de febrero de 1984 en París