Mujeres 2019

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Colombia, país sumergido en los pantanos del medioevo mental, ha sido prolífico en mujeres valiosas y valientes, capaces de enfrentar los desafíos de una sociedad pacata, hipócrita y morronga, que no les perdona la audacia de abandonar las férulas del “qué dirán”.
La Universidad Nacional de Colombia graduó en 1877 a la primera mujer médica de Hispanoamérica, Ana Galvis Hotz. Su diploma fue corregido, pues los títulos estaban destinados únicamente al género masculino. En esa época, la mujer sólo debía dedicarse a su hogar. Aminta Capasso se gradúa como la primera cirujana cardiovascular en Colombia; su aceptación para el postgrado de cirugía en la Universidad Javeriana y después en el machista Hospital Militar fue un acto de heroísmo. Contra toda la resistencia posible durante su especialización, obtiene su título. La obstinada determinación de Aminta superó todo escollo.
En 1954, durante la dictadura de Rojas Pinilla se permite el derecho al voto de la mujer. Sí, el dictador. Alfonso López Michelsen, en 1975, nombra gobernadora de Risaralda a Dora Luz Campo de Botero, quien fue obligada por monseñor Darío Castrillón a rechazar el cargo, pues estaba casada por lo civil. Sí, el mismo que felicitó a un obispo francés por evitar la denuncia a un sacerdote pedófilo, después condenado. El reciente matrimonio de la electa alcaldesa de Bogotá, Claudia López, con su pareja Angélica Lozano, sacó lo peor de la hipocresía nacional. Recordemos que hasta 1980, en Colombia se penalizaba la homosexualidad; la homofobia aun campea.
En medio de las cavernas “intelectuales”, hay muchísimas mujeres sobresalientes: El deporte ha sido pródigo en heroínas. En el periodismo, hay demasiadas, amenazadas y perseguidas algunas de ellas por decir verdades incómodas a los gobiernos de turno. No hay que estar de acuerdo con ellas, pero corresponde admirar la valentía de María Jimena Duzán y Cecilia Orozco Tascón entre muchas otras, enfrentadas frontalmente al régimen, y muy distintas las comunicadoras plegadas al poder político y económico o a la inmediatez de las redes sociales. El arte es otro manantial de admirables damas; Débora Arango, una pionera de la trasgresión mediante su crítica social expresada en sus acuarelas. Feliza Bursztyn, escultora de chatarra, fue obligada al exilio bajo acusaciones falsas emitidas por el tenebroso gobierno de Turbay; así de expresiva fue su obra. Y es que el pensamiento fuera de lo “políticamente correcto” levanta ampollas en los fariseos.
Recientemente, varias féminas valiosas captaron los reflectores periodísticos: a Gabriela Tafur, finalista en Miss Universo, se le preguntó por nuestra situación política: Se refirió a la protesta social y defendió los derechos ciudadanos, pidiendo mejores oportunidades, educación, igualdad y menos corrupción. “Grave”, bramaron los fariseos. Valiente esta hermosa abogada. La jauría de las bodegas gobiernistas la calificó inmediatamente de “mamerta”; con elegancia, puso en su sitio a sus contradictores; peinadas, que llaman ahora. María José Pizarro, como segunda vicepresidenta de la Cámara de Representantes, tuvo el coraje de levantar una sesión de esa corporación ante el ausentismo de muchos parlamentarios gobiernistas durante el debate del más nefasto proyecto legislativo: la regresiva reforma tributaria, pupitreada impúdicamente y a escondidas por la alianza de gobierno. Claudia Julieta Duque, periodista investigativa censurada judicialmente en un caso que le afecta directamente, protegió a un muchacho capturado irregularmente por la Policía de Bogotá y luego desaparecido por un par de días, hasta cuando su persistencia les hizo devolver al estudiante, golpeado y torturado, pero vivo.
Mención de honor para Adriana Lucía. Berraca, frentera, comprometida y combativa; como todo buen general, al frente de la primera línea de las protestas sociales. Su importancia mediática es tanta que los cobardes escondidos en el anonimato lanzaron en su contra impublicables improperios y feroces amenazas. Colombia tiene mujeres valiosas. Entre la misoginia, el fariseísmo y la férula social tratan de menospreciarlas. Adelante, mujeres. Las necesitamos así: blandiendo en alto sus mejores valores, sin timideces ni temores. Ustedes son superiores a los mediocres que les atacan cobardemente.


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