China se ha puesto de pie

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Durante las negociaciones en París que llevaron al presidente Nixon a una visita oficial a la China, Kissinger le preguntó al premier chino Zhou Enlai su opinión acerca del impacto histórico de la Revolución Francesa.

“Es un acontecimiento reciente, pues solo han transcurrido 200 años. Es muy difícil juzgar aún sus efectos”, respondió el oriental. Los chinos miran lejos en el horizonte del tiempo.

La Segunda Guerra Mundial apenas terminaba. Mao Tse Tung proclama la República Popular China en 1949 cuando recupera su dominio territorial y político, después de expulsar a los japoneses y al Kuomintang, que van a Taiwán. Stalin, cercano a Mao, apoya a la naciente nación; al morir el georgiano, las relaciones entre China y la URSS se deterioran progresivamente, pues el Kremlin no comparte el fundamentalismo radical de Mao, y la amistad se torna distante. Los soviéticos financiaron a la industria, agricultura, infraestructura y las fuerzas armadas chinas en la década de los 50, debido a su marcado atraso. China era una nación agrícola, muy pobre.

Pero en Pekín, muchos líderes no gustaban de la ayuda soviética. Con Kruschev se acentuaron las distancias, y su propuesta de “coexistencia pacífica” con Occidente no tuvo buen recibo por parte de Mao. La URSS retiró las ayudas a China para invertir en armamento nuclear, acercándose a los Estados Unidos. Se produce la previsible ruptura, y China toma rumbo en solitario. El Gran Salto Adelante de los años sesenta fue, en realidad, un salto al vacío hacia más pobreza. Entre la brutal represión y la hambruna, muchos millones de personas parten hacia el otro mundo. La Revolución Cultural china también destruyó buena parte de su patrimonio cultural.

Cuando muere Mao, Deng Xiaoping debe recomponer la economía, y se basa en el Taiwán de los Kuomintang. “Las cuatro modernizaciones” buscaban el necesario desarrollo económico: liberalizar la producción agrícola, atraer la inversión extranjera, establecer una agresiva política de exportaciones y disponer "zonas especiales" para desarrollar una amplísima base industrial. Los campesinos podían sembrar y vender a voluntad, a cambio de una cuota para el estado; aparecen pequeños empresarios procesadores de alimentos. La inversión extranjera y la exportación tiene la inicial resistencia del régimen, pero Deng  liberaliza la economía sin abrir el sistema político. “No importa de qué color sea el gato con tal de que cace ratones”, apostilló Xiaoping para explicar la nueva situación. Promueve una reforma educativa basada en el derecho internacional. Envió China a sus mejores estudiantes en campos estratégicos al extranjero para empezar su revolución industrial, dejando atrás el aislacionismo radical de Mao. Traen asesores para renovar el sistema legal y adecuarlo a sus cuatro modernizaciones.

Las industrias se convirtieron en “centros experimentales”; los empresarios quedaron en libertad para modernizar los sistemas productivos; ya podían bonificar a los buenos trabajadores y despedir a los malos, como en los sistemas capitalistas occidentales. En los años 80 crean las Zonas Económicas Especiales en catorce ciudades costeras para promover el desarrollo industrial; podían eximir de impuestos a inversionistas extranjeros. Se establecen tres “triángulos de desarrollo” estratégicamente ubicados para acelerar el crecimiento industrial y económico. Empiezan los chinos con maquilas, pasan a producción propia y fabrican ahora toda clase de productos, de calidad cuestionable al principio, pero con mejoría progresiva, alcanzando en ciertos casos niveles iguales o mejores que sus competidores. China se convierte así en la fábrica del mundo, incluso para las grandes marcas. El delta del rio Perla tenía el 25% de la inversión extranjera en China antes de la devolución de Hong Kong y Macao. Los primeros inversores fueron los taiwaneses, que habían desarrollado un interesante modelo de producción.

A finales de los 70, Shenzen, en la provincia de Cantón, era un pueblucho de pescadores con unos 20.000 habitantes. Hoy, es una moderna ciudad industrial de 4 millones de habitantes. Dongguán no existía; hoy alberga 1,3 millones de habitantes. Las empresas extranjeras tienen bajos niveles impositivos y pocas restricciones legales. En 1992, Xiaoping bendice la plena apertura hacia el exterior. Los chinos, que piensan muy a largo plazo, apenas comienzan. Hoy consolidados, se toman el mundo como el fenómeno económico más interesante de las últimas décadas. En ese momento, los chinos abren su nueva ruta de la seda. Pero todo disco tiene su lado B, que merece analizarse.



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