El personaje del año: las ciudadanías.

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ricardo Villa Sánchez

Ricardo Villa Sánchez

Columna: Punto de Vista

e-mail: rvisan@gmail.com



Cuando hablan de personajes del año, siempre termino pensando en las ciudadanías libres.

En aquella multitud empoderada, diversa, activa, que controla, decide e incide; que participan de redes de opinión, con las que fluyen información, se articulan, se movilizan, presionan; que se prenden para reivindicar causas propias o transversales, que las unen; que votan, por propuestas pertinentes; que han resignificado el poder constituyente, el pluralismo, la soberanía; que no se dejan manipular por las cortinas de humo; que no las afligen las encuestas ni las amedrenta el ‘lobo feroz’ de la globalización; que no les pica la lengua en las redes sociales o en la movilización social, para ponerle coto a reformas regresivas, a grandes negocios corruptos, o a nombramientos inconvenientes en el alto gobierno; que le exigen a quienes le otorgaron un mandato popular con su voto; que comprenden que el único límite a la arbitrariedad es la profundización de la democracia. Que pueden llegar a ser mayorías, con vocación de poder, si se reinventan ante las derrotas.

Estas mismas ciudadanías libres que se expresaron, a su manera, en el debut de las Consultas Interpartidistas, en la carrera presidencial. Que logró redistribuir una gran porción de la torta de las curules en el Congreso de la República, con las Listas de Coalición, en el marco de la vigencia del Estatuto Gobierno Oposición, que ha generado un fenómeno político sin precedentes, en el que no hay una mayoría significativa, para carrilear las propuestas del gobierno actual o emergen contrapesos, que le han dado vuelta al debate parlamentario, al control político y a las coaliciones de gobernabilidad.

Las nuevas ciudadanías que hicieron crecer los fenómenos de Gustavo Petro y de Sergio Fajardo, en la primera vuelta presidencial, y les faltó, el centavito para el peso, pero que le movieron el piso a las élites, para que, a manteles, se sentaran a parcelar el pastel,  en unidad de acción pública, y sin tapabocas, para enfrentar a la que llamaban la amenaza de democratizar el país, mientras algunos para ir a apreciar ballenas, se bajaban del barco y otros firmaban en mármol un acuerdo político, para un gobierno alternativo, que se aplazó, quizás, para  las próximas elecciones.

Luego con las esperanzadoras votaciones en la Consulta Anticorrupción, creció la audiencia de las ciudadanías que anhelan el cambio y están asfixiadas por la alta tributación, las brechas sociales, la falta de transparencia en el manejo de la cosa pública y la pauperización de su vida propia. En este año, hemos visto en acción a una multitud de gente aliada, en una búsqueda de un mejor vivir, en mayoría de la clase trabajadora y de las ciudadanías juveniles, que poco se resisten al cambio, que se encienden en la protesta social o en los espacios ciudadanos de participación, como con las masivas movilizaciones de los estudiantes, y de otros grupos de presión que resisten en las calles, en las corporaciones públicas y en los tribunales, contra la violencia o también por la calidad en la prestación de los servicios públicos, como el desabastecimiento de agua o el desastre de la energía eléctrica, en el caribe.

Cuando hay alternativas de bienestar social, aparecen las nuevas ciudadanías que les duele el país, que lidian por la legitimidad de sus instituciones, su población, su territorio, su poder adquisitivo, su biodiversidad, su saber, su historia, su cultura, su desarrollo humano sostenible, su nación, su seguridad y su sitial en el mundo. Gente que cree en un buen futuro. Que comprende la idea de que recuperar la participación democrática y el compromiso ciudadano, aunado al sentido común, ayuda a mejorar el mundo de la vida del Man de a pie. Que, si se unen, y se canalizan por la ruta del bien común, pueden cambiar este país. Acá la pregunta sería: ¿Estos son los atisbos que anuncian un cambio en las estructuras de poder en Colombia? Si es así, ojalá no sea sólo un cambio de manos de una élite a otra, como en la primera independencia, sino que nos unamos por una nueva era de Paz con justicia social.