Justicia mediática: ¿cortina de humo?

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



El espectáculo de la recepción a los Nule nada tuvo que envidiar al arribo de los artistas mediáticos. Una multitud aglomerada a la salida del muelle internacional del Aeropuerto El Dorado gritando improperios, cámaras, flashes, reporteros por doquier entrevistando a todo lo que se moviera, camionetas blindadas, ejércitos de guardaespaldas, autoridades armadas controlando a la muchedumbre, chalecos antibalas sobre trajes costosos, caravana de carros con motos policiales abriendo paso en medio de los atascos generados precisamente por la asociación para delinquir que conformaron estos personajes de opereta y sus cómplices en el Estado.

Comedia que envidiaría el más exitoso de los efímeros artistas inventados para producir dinero, pues el verdadero y valioso talento prefiere la tranquilidad de la discreción y el anonimato. Audiencia de imputación de cargos en directo con igual escenario, copando todos los espacios triple A en los noticieros, cómo si en Colombia no estuvieran sucediendo hechos tanto o más graves que el juzgamiento de esos asaltantes del erario.

Baste recordar hechos actuales y del pasado reciente para entender que, con admirables excepciones, la corrupción nacional es casi que genética y ancestral, inherente al actuar de los altos poderes públicos y privados en asqueroso contubernio, y tolerada con resignación por el resto de los colombianos, obligados a pagar impuestos para saciar la voracidad de esos vampiros, so pena de sufrir la cruel e implacable persecución del Estado, conformado precisamente para mantener ese desangre permanente hacia las alforjas de los profesionales del saqueo.

Constitucional y legalmente, todo colombiano tiene derecho a la presunción de inocencia, a la defensa y al debido proceso, y es deber de las instituciones hacerlos respetar. Pero cuando los hechos sobrepasan ciertas cotas, es normal que el periodismo investigativo serio compruebe y denuncie tales situaciones, y que el ciudadano de a pie juzgue y condene a priori antes del pronunciamiento judicial, si es que llega. Gracias a esos valerosos informadores el país ha podido conocer hechos que de otra manera hubieran sido sepultados infamemente con actos de suma gravedad, como lo denunció recientemente la SIP. No sólo no cede el riesgo para el ejercicio de esa profesión, sino que va en aumento.

Los intentos de censura siempre están a boca de jarro en todo proyecto legislativo, como quieren nuevamente y de manera cínica pasar a través de un proyecto de ley de inteligencia y contrainteligencia; no les conviene a muchos de nuestros honorables padres de la patria la libertad de prensa. Se escudan esos patéticos personajes en el periodismo amarillista, tan escandaloso como carente de seriedad, sindéresis y profundidad para proponer en todas las legislaturas la censura taimada, artera y necesaria para sus deshonestos propósitos: le temen a la denuncia seria como el vampiro a la luz del sol.

Si por los lados del Legislativo llueve, por los de los demás poderes no escampa. Muchos altos funcionarios de la cúpula del Ejecutivo del gobierno anterior están intentando explicar ante las correspondientes instancias una serie de hechos que han escandalizado a la gente decente; aún se siguen poniendo en la palestra otros más tan graves como los que ya son de dominio público.

El procurador ha adoptado la impúdica postura de absolver de los cargos imputados a los apoyos políticos que le auparon en ese cargo, y condenar a quienes denunciaron actos graves de gobierno o, sencillamente, a quienes se declararon contrarios a la forma de gobernar de los últimos ocho años.

Los poderes judiciales han perdido credibilidad: se sabe, gracias al periodismo serio, que un extraditado habló de tráfico de dinero para elegir a un fiscal; se menciona también el tráfico de influencias, cohechos y otras conductas punibles para aprobar la primera reelección, y mucho dinero para el paso de la segunda; de infiltración de mafias en altas cortes.

Sería un interminable recuento. Muy recientemente se publicó el caso del "Tolemaida Resort: aparecen sindicados ciertas autoridades militares de alto rango de permitir lo prohibido para ciertos condenados o sindicados de delitos graves, y el Ministro del Interior denunció el impedimento al Inpec para inspeccionar el sitio de reclusión denunciado.

A la señora Fiscal General de la Nación se le reconoce presteza y valor para afrontar ciertos casos espinosos, pero un extraño silencio en el caso de la prófuga María del Pilar Hurtado, "fugada" en las narices de todas las autoridades con la incitación del ex presidente Uribe.

Me pregunto si todo el show mediático montado alrededor de los Nule está tapando intencionalmente una serie de situaciones que hacen palidecer de vergüenza al más insensible de los cínicos. Andamos muy mal de justicia si esto está sucediendo, y es triste saber que ciertos sectores de la prensa se prestan al show de circo de vereda para ocultar la verdad de lo que pasa en Colombia, favoreciendo a los delincuentes con sus vergonzosos shows mediáticos.