La bendita agua en santa marta

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Ricardo Villa Sánchez

Ricardo Villa Sánchez

Columna: Punto de Vista

e-mail: rvisan@gmail.com



De pequeños en la escuela primaria, nos enseñaban que el agua hacía parte de los recursos naturales renovables; hoy parece que bajo las causes del calentamiento global, podrían considerarse recursos finitos, quizá por esto bajo los efectos del fenómeno de la niña, problemas de planeación, la privatización de su operación, la depredación humana, cultivos ilícitos, usos extraños, posibles irregularidades y otras aristas, habría una grave sequía en la ciudad.


Para solucionar el complejo problema de agua en la ciudad, de las microcuencas hidrográficas de la Sierra Nevada que se encuentran en la vertiente norte, se planea construir una red de aguas superficiales, hasta llegar al gran Río Magdalena, aunado a pozos para extraer aguas subterráneas y hasta la posibilidad de instalar plantas para desalinizar las marinas, según los recientes estudios contratados con la Universidad de Los Andes y que hacen parte de las iniciativas del Plan Maestro Quinto Centenario de Santa Marta.
En ese contexto, muchos hablan de solucionar el problema del agua, pero pocos hablan de salvar a la Sierra Nevada. Algunos se cuestionan ¿Quién firmó las modificaciones contractuales de la operación inicial del servicio en el territorio, que le cambiaron sus condiciones esenciales? Nadie menciona quiénes son los responsables de la depredación, de la construcción sin ningún tipo de planificación sobre las rondas hidráulicas de los ríos que nos cruzan o se pronuncian sobre la deforestación producida por la presencia de los cultivos ilícitos. Nadie apunta con respecto a por qué casi con prioridad frente al ser humano, se usaría el agua para la extracción minera.
El conflicto por el agua ha trascendido fronteras. Podemos le hizo un debate en el Congreso de los Diputados en España sobre las grandes inversiones y ganancias de la entidad de la comunidad de Madrid, Canal de Isabel II (CYII) en Colombia para privatizar el derecho al agua en algunas ciudades colombianas. (

) De ahí se pudo conocer que CYII, entre 2002 y 2014, ha recibido 48 millones de euros por inversiones de filiales en el extranjero, entre las que estarían Inassa, MetroAgua, y R&T. Es decir, que muchos de los impuestos y tarifas que pagamos, engrosaron los botines de una empresa pública en España que opera en este país como una multinacional corporativista de capitalismo del desastre.
Hasta este punto, todo sería cristalino con la bendita agua en Santa Marta, si la prestación del servicio público esencial que permitiría garantizar el derecho al mínimo vital de agua en la ciudad fuera eficiente, económica y de calidad. Sin embargo, además de presentar unas altas tarifas, baja calidad y poca presión del agua, con recortes frecuentes, para cualquier individuo de a pie sería un milagro que se pudiera tomar agua de la llave en la ciudad y explicaría, con detalles, los demás sobrecostos que se trasladan a la ciudadanía, cómo que en Santa Marta para consumir agua potable hay que tener un kit: poza, motobomba, filtro, olla para hervir y, muchas veces, plata para pedir traigan un carrotanque a domicilio, que siempre llega más rápido que un taxi.
En Santa Marta, con acciones jurídicas, se pretende revertir este contrato de arrendamiento atípico, para recuperar el manejo del servicio público de agua, por la escasez de agua y su mala calidad, a pesar de las grandes ganancias de la empresa operadora. A lo que los arrendatarios, manifiestan que lo solicitado ya es cosa juzgada, y que en caso de prosperar la acción tendrían que indemnizarlos; algunos afirman que por una tasa cercana a 60.000 millones.
Al final de cuentas, en ese marco, no hay que descubrir que el agua moja. En Colombia muchos mecanismos ya están confeccionados, son eficaces y se podrían replicar, que garantizarían la prestación pública del servicio, con agua, remember apta para el consumo humano, como los modelos de fortalecimiento de lo público de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, las Empresas Públicas de Medellín y hasta el mismo esquema del Canal de Isabel II (CYII) pero como opera en España.
Es inconcebible que en Santa Marta no haya agua suficiente, pero más allá, es que en el Siglo XXI estaría amarrado el Distrito a contratos leoninos. Es clave que la soberanía de los servicios que garantizan el derecho al agua, los retome la institucionalidad pública con las políticas públicas, agenda social y de infraestructuras necesarias para reordenar el territorio alrededor del agua y democratizar su prestación. Así se construiría Paz Social.



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