Hoy 20 años del atentado guerrillero que dejó 10 militares muertos en Aracataca, Magdalena

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En la acción con artefactos explosivos perdieron la vida un oficial, un suboficial y nueve soldados.

El Ejército Nacional honra la memoria de once militares asesinados hace 20 años en zona rural de Aracataca
En medio del fuerte ataque en el que se emplearon armas prohibidas por el derecho internacional humanitario murió un oficial, un suboficial y nueve soldados, algunos de ellos asesinados con tiros de gracia mientras requerían ayuda.

El Ejército Nacional, por medio del Departamento Jurídico Integral y el Grupo de Memoria Histórica de la Primera División, recuerda que hoy 27 de marzo se cumplen el vigésimo aniversario del fatídico hecho que acabó con la vida de once militares a manos de por lo menos cien guerrilleros de las extintas Farc.



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Este ataque fue perpetrado por guerrilleros pertenecientes a la Cuadrilla 19 José Prudencio Padilla, del Frente Oriental Martín Caballero, mientras los soldados desarrollaban maniobras de rescate de un grupo de secuestrados en área rural de este municipio. Los militares fueron atacados con artefactos explosivos improvisados y ráfagas de fusil en el sector conocido como Casa Amarilla, vereda El Cenizo, zona rural de Aracataca, Magdalena.

Este hecho se registró el 27 de marzo del 2003, pasadas las 6:30 a. m., luego de que los uniformados adscritos al programa de Seguridad en Carreteras Nacionales – Plan Meteoro, del Batallón de Infantería Mecanizado N.° 5 General José María Córdova, recibieran la información sobre la intercepción y secuestro de dos vehículos sobre la troncal de Oriente, uno de la empresa Copetrán, y el otro, de transporte de carga, ambos ingresados en dirección a la Sierra Nevada de Santa Marta, con sus respectivos ocupantes.

Tras recibir la información, el grupo de militares inició el desplazamiento en búsqueda de los secuestrados, pero al llegar a la zona conocida como Casa Amarilla, fue atacado por los guerrilleros, quienes tenían un área preparada de al menos 200 metros con artefactos explosivos improvisados, los cuales activaron al paso del convoy militar; acto seguido fueron atacados en estado de indefensión con ráfagas de fusil y ametralladora, infringiendo el derecho internacional humanitario.




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Las víctimas mortales de este fatídico suceso fueron el subteniente Elías David Rivera Villarreal, oriundo de Soledad, Atlántico; el cabo primero Jordan Ibargüen, de Jumbo, Valle; los soldados Arbelio Torres, de San Pedro, Sucre; William Vergara Padilla, de Turbo, Antioquia; Remberto Coronado Arreiza, de Caucasia, Antioquia; Fernando Madrid, de Necloclí, Antioquia; Jorge Enrique Yepes Insignares, de Barranquilla; Jesús Zambrano Martínez, de Bucaramanga; Gustavo Flórez, de Curumaní, Cesar; Abel Bermúdez Mejía, de Ciénaga, Magdalena, y Luis Guillermo Bonil, de Santa Marta.

Marlene Insignares Reyes, madre del soldado Jorge Enrique Yepes Insignares, recuerda que ese día la noticia fue recibida telefónicamente por su hijo menor. «No sabíamos qué hacer. Parecían mentiras. Es la hora, y siento que mi hijo no está muerto. A él lo reconocieron porque la parte donde estaba el apellido quedó intacta y en su bolsillo tenía la billetera con sus documentos. Fue un proceso muy fuerte porque Medicina Legal nos lo entregó a los 7 meses en un cajón sellado», cuenta en medio de su dolor.

Los primeros vehículos en los que se transportaban los soldados fueron destruidos con los artefactos explosivos improvisados que habían sido enterrados en la carretera. «Ellos se tiran para buscar donde ampararse, pero había otra mina, eso explota y mueren varios junto con mi hijo», narra la señora Marlene Insignares.




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Con el objetivo de honrar, exaltar y dignificar la memoria de nuestros soldados en el vigésimo aniversario de su muerte, el Ejército Nacional realizó un acto conmemorativo y una sentida eucaristía en el lugar de los hechos, en homenaje al sacrificio, arrojo, entrega y valentía, así como a sus familias. Sus legados permanecen en la memoria de cada hombre y mujer que integra la Fuerza y del pueblo colombiano, contribuyendo a la memoria histórica como medida de verdad y no repetición.




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