Este proceso no traerá paz

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Paloma Valencia Laserna

Paloma Valencia Laserna

Columna: Opinión

e-mail: palomasenadora@gmail.com

No se puede confundir la paz de Colombia con las negociaciones con las Farc, por eso nuestra crítica al proceso se nutre de nuestro deseo de paz. Sólo son enemigos de la paz quienes andan con fusiles asesinando colombianos. Desde la sociedad civil, todos queremos paz; ¿cómo avanzamos hacia la paz?
¿Cuánto estamos dispuestos a ceder para que las Farc firmen? ¿Qué tanto aporta la firma de las Farc al fin de la violencia en Colombia?
Una mala negociación es peor que nuestra actual y dramática situación. Aun si suponemos que las Farc cesan su violencia -que tampoco es seguro-, la ausencia de cárcel y los premios como la representación política generarán nuevas violencias.
No existirá amenaza de la aplicación de ley, como no la hay hoy; pero tampoco habrá siquiera el imaginario de que la ley tiene valor alguno. Todo delincuente considerará posible negociar con el Estado. El narcotráfico y minería ilegal serán heredados por otros, y las "Bacrim" sentirán que cuando así lo decidan negociarán para obtener impunidad. La principal virtud de la justicia punitiva es que garantiza la no repetición, no sólo de quienes entreguen las armas -que se debería garantizar con el acuerdo- sino de las nuevas generaciones que entienden que el crimen no es un camino para el éxito.
Si como sociedad aceptamos la impunidad, los ciudadanos que se han mantenido del lado de la legalidad podrán pensar que es un esfuerzo vano. Podrán concluir incluso que les va mejor a los delincuentes. Debemos evitar que nuestra incapacidad de forjar instituciones y de prevenir el crimen termine pagándole a quienes violentan las normas sociales.
Los derechos a la verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición deberían tener un carácter inalienable para proteger a las víctimas. La existencia de la ley y un Estado que la aplique, le quita el peso de la venganza y resentimiento, y le deja al individuo la generosidad del perdón. Se puede perdonar, porque ese asunto personal se desliga del asunto legal que le impone al Estado la obligación de sancionar. El perdón sólo es posible cuando hay justicia.
El presidente Santos le apostó todo al proceso y ello limita su posibilidad de exigir. Para éste sería un suicidio político retroceder. El paso del tiempo fortalece a las Farc y debilita al Gobierno.
En ese sentido, la postura del Centro Democrático (CD) le sirve al Gobierno, motiva a que las Farc tengan en cuenta el tiempo. De los pocos incentivos que mantienen las Farc para seguir negociando, es la amenaza que representa que el CD tome el poder y no puedan adelantar una negociación con las actuales concesiones.
La paradoja en la que vive nuestra Colombia es: o tenemos un Estado fuerte o tenemos violencia. Cuando faltan las instituciones los grupos armados ilegales asumen el control e imponen su dominio. El Estado debe estar en todas partes, otorgar seguridad a los ciudadanos y prestar todos los servicios sociales. La paz de Colombia sólo se conseguirá con instituciones, hacer excepciones a la ley, eliminarla cada cierto tiempo, no contribuye.