La ley o el monte

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Recuerdo ahora una de las tesis centrales del profesor italiano Gustavo Zagrebelsky, desarrollada en un librito de apenas ciento cincuenta páginas(El derecho dúctil), según la cual -a grandes rasgos-, el juez, para resolver un problema jurídico, no debe ceñirse solamente a lo previsto en la ley, pues ella no es indefectible garantía de concreción de lo justo, como quiera que las normas jurídicas no siempre representan la conciencia plena de la sociedad, sino que las más de las veces son la matizada imposición de una minoría privilegiada.

Debate viejo, abordado desde una rigurosa perspectiva argumentativa. El derecho aplicable, para que sea constructor de justicia, entonces, debe tomar en cuenta a los elementos de la realidad vital (los derechos) que han podido inspirar anticipadamente el proceso de formación de la ley, incluso antes que a la ley misma.

Traigo este cuento a colación para tratar de entender con la cabeza fría la despreciable actitud de los uribistas, que atacan al sistema judicial colombiano (en especial, a la Fiscalía General de la Nación) sin un atisbo de vergüenza y sin que ello les acarree responsabilidad alguna. Qué más podía esperarse, después de todo.

El argumentico ridículo y cínico de estos evasores de la acción estatal se sintetiza en una supuesta "persecución" de la Fiscalía en su contra, como han repetido hasta la saciedad, lo que, según su manera habitual de actuar, los hace abandonar su barco zozobrante como los tembleques que son.

"No hay garantías" es una frase que se ha convertido en el sucio escudo de esa raza de víctimas de quién sabe quién o qué (¿delirio de perseguidor profesional?), y que tienen en común entre ellos el ser todos iguales al sujeto que es su jefe.

Muchas preguntas que podrían hacerse son: ¿los uribistas están invocando indirectamente -y retorcidamente- la señalada teoría de Zagrebelsky? Es decir: al deslegitimar el Estado de derecho, como pretenden, ¿se están parando como si nada en la orilla de quienes no conforman las minorías que dominan la producción normativa en Colombia?, y, en este sentido, ¿acaso de verdad creen que los colombianos son estúpidos?: ¿piensan que los compatriotas pueden aceptar semejante mentira tranquilamente, o sea, la de que ellos, que han estado en el uso y abuso del poder durante ocho años ininterrumpidos, son las víctimas de una emboscada que claramente no es tal, entre otras cosas porque no han sido objeto de interceptaciones ilegales, amenazas, muertes, y demás lindezas que sí se han visto en otro momento de la historia nacional reciente?

El postulado de Zagrebelsky es un acto de abogacía por la verdad y la razón; por esto, no puede ser esgrimido debidamente cuando se trata de disfrazar crímenes.

Para ello, en cambio, hay abogados que saben muy bien lo que es el delito y cómo convertirlo en conducta de viso aceptable socialmente aludiendo a la cacareada ausencia de garantías procesales.

La cuestión aquí es poder anticipar qué triunfará al final: la imperfecta jurisdicción de un país que lucha por la igualdad, o el esfuerzo mafioso por destripar la confianza nacional en su propia institucionalidad conjunta.