Las 'especulaciones' de Naranjo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Saúl Hernandez Bolivar

Saúl Hernandez Bolivar

Columna: Opinión

e-mail: saulhb@gmail.com



La verdadera noticia sobre las filtraciones de Wikileaks no la constituye el contenido de los 250.000 cables, pues lo divulgado hasta el momento ya era materia conocida, bien por rumores, bien por sospechas o bien por simple evidencia.

La verdadera noticia es que los EE.UU. hayan sufrido una vulneración seria de sus sistemas de información, poniendo en riesgo la vida de muchas personas (en lo que tienen responsabilidad Assange y sus cómplices) y la confianza en su cuerpo diplomático. Y esto último no es de poca monta.

¿O será que el general Óscar Naranjo, con sus cuatro soles, dialogaría hoy tranquilamente con funcionarios de la embajada americana?

Ya se ha dicho que lo contenido en los cables son apreciaciones subjetivas e inocentonas de los embajadores y otros funcionarios gringos, pero no puede aceptarse que las apreciaciones de funcionarios locales, como el general Naranjo, se consideren de igual manera, menos cuando le ha 'soplado' al jacarandoso embajador Brownfield, que las chuzadas del DAS habrían sido ordenadas por Bernardo Moreno y José Obdulio Gaviria.

En ello hay muchas cosas reprochables.

En primer lugar, es entendible y deseable que el país tenga buenas relaciones con los Estados Unidos, pero de ahí a que funcionarios de alto rango, como el Director General de la Policía Nacional o el Inspector General del Ejército, tengan que comparecer ante funcionarios imperiales para rendirles informes de lo que se hace o se deja de hacer, habida cuenta de los recursos que nos suministran para la lucha antidrogas por asunto de corresponsabilidad, no de caridad, hay mucho trecho.

No debería haber sumisión alguna, ni lambonería, sino una relación de 'igual a igual', como la ha planteado el presidente Santos.

En segundo lugar, si el general Naranjo tenía pruebas o sospechaba de comportamientos delictuosos por parte de funcionarios o asesores del alto gobierno su obligación era la de poner a las autoridades competentes en conocimiento de esos hechos en vez de convertirlos en chisme de costurero en la embajada de Estados Unidos.

Queda mal un funcionario de tan alto rango al fungir de correveidile de los gringos, y doblemente mal cuando lo que informa son especulaciones, conjeturas o teorías que tienen un tinte de traición al querer enredar a funcionarios del gobierno para el que trabaja, un gobierno que creyó en él cuando muchos pedían para Naranjo el Everfit.

En tercer lugar, es sumamente triste que Naranjo se preste para este tipo de cotilleos cuando él mismo ha sido víctima de lenguas viperinas que han querido trapear con su honra por hechos como el de tener un hermano preso en Alemania por narcotráfico o por sindicaciones malintencionadas que se le han querido hacer por el retiro de la seguridad del Palacio de Justicia en 1985, justo antes de la toma cometida por el M-19 en ese lugar del que Naranjo era jefe de seguridad.

Naranjo ha padecido señalamientos temerarios, por lo que debería tener mayor conciencia a la hora de emitir juicios ante semejantes interlocutores, a menos que lo hecho tenga el propósito de agradarle al embajador y ganar -para él, no para el país- indulgencias con los gringos.

Pero Naranjo no fue el único.

El por entonces inspector general del Ejército, general Carlos Suárez Bustamante, también concurrió a rendir informes que dejan ver su deslealtad hacia su comandante supremo, el Presidente de la República, al manifestar, en relación con los 'falsos positivos', que Álvaro Uribe Vélez "consideraba el éxito militar en términos de muertes". Valga anotar que Suárez es conocido por su cercanía no sólo con estamentos de izquierda sino con personajes de dudosa reputación.

¿Cómo afectaron a Colombia las lindezas de estos personajes? No vamos muy lejos, el TLC nos ha sido negado dizque por el tema de los Derechos Humanos, como si los gringos no fueran unos violadores consumados. Allá buscaron el pretexto y lo respaldaron en habladurías de personas como el general Naranjo, cuyas "opiniones y observaciones -según el embajador Brownfield- merecen ser tomadas en cuenta seriamente".