Hacinados para la muerte

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Si nos remitimos al diccionario para buscar el significado de la palabra hacinamiento, nos lleva a hacinar que es amontonar, acumular, así está la población privada de la libertad en las cárceles de Colombia; los reclusos están amontonados.

Organismos del Estado, Administrativos y de Control son responsables de la tragedia en la Cárcel Modelo de Barranquilla, que de modelo no tiene nada, solo el nombre, que debieran cambiárselo; el asunto es que los referidos organismos aparecen luego de las tragedias, cuando se han perdido vidas, lo más preciado, recursos de todo tipo, cuando hace efecto el arsenal al interior de la cárcel que causa daño a internos y a funcionarios y se preguntan allí, por donde ingresó ese arsenal, cualquiera lo deduce y yo también, obviamente por la puerta principal. ¿Quién lo permitió?

Como lo ha expresado la Defensoría del Pueblo a mayor hacinamiento, la calidad de vida de los reclusos y la garantía de sus derechos humanos es menor. El hacinamiento trae como consecuencias graves problemas de salud, genera violencia, indisciplina, carencia en la educación, deportes, recreación, visita conyugal; cuando sobrepasa el nivel crítico es inhumano y degradante. El caso del penal de Barranquilla es una bomba que ya estalló, para que se tenga en cuenta y no se vuelva a repetir.

Focos de infección pueden presentarse en los centros carcelarios por el hacinamiento, es allí donde urge iniciar campañas de salud, las que se requieran para prevenir enfermedades infecto - contagiosas.

He notado que muchos al cumplir sus penas y salir a la sociedad, están más muertos que vivos, se les ve temerosos, enfermos física y mentalmente, faltos de iniciativa han adquirido enfermedades dentro del centro penitenciario a las que no les prestó atención el Estado; castigados por el delito que cometieron siguen siendo castigados por la sociedad.

Donde está la rehabilitación, la resocialización de los internos en las condiciones que les toca vivir especialmente en las noches hacinados, así nunca podrá darse. Encarcelados o no necesitamos un entorno que nos dignifique, que no nos haga ver peores que bichos. Ni hablar de las dificultades que se presentan para visitarlos, filas inmensas y controles degradantes al ingreso.

En la novela de nuestro premio nobel Gabriel García Márquez, se ve reflejada en los centros penitenciarios del país, es una crónica de una muerte anunciada. Aunque el interno se le han suspendido derechos, debe mirársele como alguien que puede aportar, es esa mano de obra calificada o no que se debe aprovechar.

A la sociedad vuelve el hombre, la mujer después de purgar la pena, con resentimiento, huraños, esquivos, menos resocializados; buscarán incorporarse a ella, pero ésta les dará la espalda; otros continuarán en las mismas manifestando, "a dónde acudo se me cierran las puertas".

Los jueces de penas y medidas de seguridad tienen el deber de vigilar las condiciones de ejecución de la pena y de las medidas de seguridad impuestas en la sentencia condenatoria, en otras palabras desde que el condenado entra a la cárcel, hasta que sale de ella. ¿Por qué no lo hacen?

Finalmente, el hacinamiento carcelario en Colombia en estos momentos resulta una pena adicional a la judicialmente impuesta al reo.