Las tiras cómicas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Bustamante Barros

Carlos Bustamante Barros

Columna: Columna Caribeña

e-mail: cm-bustamante@hotmail.com



Observo que ahora en los tiempos modernos los diarios actuales del país no publican las tiras cómicas que antes se publicaban todos los días los cuales proporcionaba divertida entretención a los lectores, entre los que se cuenta este amigo del Caribe colombiano, las recuerdo impresas a blanco y negro en un cuarto de sus páginas interiores entre las que se cuentan: Mafalda, Garfield, Superman, Benitin y Eneas, Olafo el vikingo, Batman y Robín, rico Mac Pato, Pato Donald, El fantasma, Santo el enmascarado de plata, Dick Tracy, Kaliman, El Llanero solitario con su amigo fiel de apodado Toro y también a El Zorro montado en su fiel corcel negro de crines tupida.

Era tanta la importancia de esas historietas en los lectores nacionales que fueron llevadas incluso mediante simulaciones verbales a las emisoras tradicionales del país como Todelar y Caracol, eran los tiempos incipientes de la República colombiana, en la que se escuchaba con ansiedad esos diálogos teatrales en la que se tejían situaciones diversas de aventura y al final de quince minutos con las usuales interrupciones de propaganda, el director del programa anunciaba en la parte mas interesante: continuará….

El mundo en esas épocas virginales estaba caracterizado por pocos afanes, incluso en la identificación de los elementos que conforman la naturaleza existían algunos que carecían de nombre y para identificarlas era preciso había que señalarlas con el dedo, las noches se iluminaban con lámparas a gasolina y las personas se divertían alrededor de una ruleta probando suerte, para luego regresar a sus casas a escuchar las noticias de las pugnas entre liberales y conservadores en los viejos receptores construidos en forma rectangular cuya parte frontal tenían adheridas telas fosforescentes y dos inmensos botones negros que servían para sintonizar el dial así como el volumen en sus decibeles.

La evolución natural de los tiempos logró que esas historietas fueran compendiadas en los paquitos, los cuales se alquilaban para su lectura en las chazas callejeras diseminadas en las esquinas de las calles mas frecuentadas por parroquianos, los niños para esas épocas se gastaban el dinero donado por sus padres para las meriendas en esos menesteres, llegando al punto que se fugaban del colegio para refugiarse en esos chuzos de lectura animada causando con ello preocupación en los padres porque la vecindad les daba el calificativo de embirriado en paquitos, queriendo con ello significar su dependencia a tales menesteres alentadoras y particulares.

También recuerdo a otro personaje de las tirillas cómicas como lo fue Condorito, célebre por su humor con su novia eterna Yayita, sus amigos Huevo duro, Pepe Cortisona, Pelos de Ángel, en el ingenio sin límites de su creador Pepon; sin embargo en el análisis de la temática que nos ocupan en esta oportunidad es necesario señalar que las historietas tiene necesariamente un mensaje que toca aspectos precisos netamente humanos de ocurrencia diaria en la vida cotidiana como por ejemplo Garfield del creador americano Jim Davis en la cual se hace enunciaciones burlescas a los dueños de mascotas y su relación con los animales domésticos, asimismo aspectos comunes de la vida cotidiana, las dietas, el fastidio y el odio a los lunes.

Las tiras cómicas de alguna manera tienen vida perenne para todos aquellos quienes tuvimos la oportunidad de deleitarnos en su lectura, incluso al abandonar esos lugares de entretenimiento, cuya alfombra común es de vasos plásticos amarillentos diseminados al azar, cada crujir al afirmar los pasos es un signo inequívoco que la vida continua su curso normal, acicateada por la suave brisa con su dejo de nostalgia y el graznido de cotorras que vuelan sin rumbo fijo.