Ganar es perder un poco

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



¿Qué es ganar?, ¿en qué consiste la victoria?, ¿qué cosa, o quién, es un ganador?; en otras palabras, las de la política, las de un colombiano autorizado en ella, Darío Echandía: el poder, ¿para qué?, y así, ¿para qué ganar el poder? ¿Por qué?... ¿Por qué Maturana dijo que perder era ganar un poco? (Aunque una vez oí que la frase era en realidad de Shakespeare.

No lo sé). ¿Por qué era tan importante ganar para un técnico de fútbol acostumbrado a no ganar? ¿Por qué? ¿Por qué ganar plata era un motivo válido para un boxeador caribeño que ya ganaba otras cosas rompiéndoles el cuero a sus rivales que no odiaba: por qué Pambelé dijo eso de que era mejor ser rico que pobre? ¿Por qué?

Siempre será mejor ganar que perder. ¿No? Pues ganar permite obtener cosas: bienes, dinero, respeto ajeno, adulaciones (a quien le importe eso), etc. El problema es que en algún momento, tarde o temprano, se deja de ganar. ¿Y entonces? Entonces aquellos que no están preparados para no ganar sucumben ante la potencia del vacío. Ni siquiera es necesario que empiecen a perder; basta con que se les suspenda la dosis de triunfo para verlos desfallecer, sin identidad ni enjundia, sin fuerza. Despojados.

Ganar es mejor que perder, de acuerdo. Ganar es lo más importante, es cierto. Ganar no es lo más importante: es lo único que importa en la vida. No lo niego. Pero, ¿qué es ganar? Todavía me lo están explicando, con los valores del párrafo anterior, pero aún no lo entiendo; y tengo serios barruntos de que nunca lo voy a comprender de esa forma, la que hoy, ya lo sé, no significa nada para mí.

Colombia, país de ganadores a cualquier precio, país del cueste lo que cueste literal, nación del mundo donde el malentendido de la derrota ha logrado establecerse y multiplicarse en la creencia invencible de que el incomprendido éxito está por encima de todo, ya ha pagado suficientemente por ello, con creces, y no hacen falta más experimentos.

Ahorita nada más insinué que Maturana podría haber estado citando a Shakespeare sin el correspondiente pie de página, plagiándolo. Repito, eso no lo sé. Pero el chocoano tal vez podría expiar su conducta excarcelable si respondiera, una vez acosado, que es posible que Shakespeare tampoco hubiera sido muy original que digamos, y que sus dichos, profundos, vitales, hayan sido producto de la mente de un personaje contemporáneo suyo, noble inglés cultivado y algo ocioso, tal y como lo presenta una película que medio vi hace un tiempo.

Tampoco sé si eso es verdad. Sin embargo, y sea que lo haya escrito Shakespeare o no, no creo que exista planteamiento más adecuado para responderme la irresuelta pregunta inicial que aquel que pudiere parecer un sordo solo de estupidez, pero que no lo es, y que se resume en la frase "Ser o no ser".

¿Es, acaso, una opción válida el no ser? ¿Ganar es algo diferente a ser? No y no. Ganar es perder las prebendas sucedáneas del no ser, y apostarle a ganar en el largo y duro plazo, a ganar siendo. La victoria está, finalmente, en ser, en existir tal y como se ha descubierto uno a sí mismo, en ser fiel al solitario ser en el espejo.

De ahí se desprenden la libertad, la independencia, la justicia, la originalidad…, el dar, y no el esperar recibir; porque es crear, dar y ayudar lo que importa, y no al contrario. Renunciar a las migajas inmediatas del no ser para jugársela por la incertidumbre infinita del ser, eso es ganar, y es por eso mismo que se gana, precisamente para merecer ser.

Se trata de un círculo virtuoso indestructible. Por lo demás, ganar es perder un poco, muy poco: aquello que no importará al momento de la muerte. En cambio, lo que se gana por ser valiente y renunciar a lo mínimo es el derecho, no a la vida en sí, sino a vivirla de verdad, plena y absolutamente.