Toma de posiciones

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Me molesta sobremanera la forma en que los medios de comunicación colombianos cubren lo de las liberaciones de los miembros de la Fuerza Pública cruelmente secuestrados por la guerrilla.

Hablo especialmente del drama barato de final feliz con que quieren traslapar -los dos canales de televisión más importantes, y otros medios- una situación harta y dolorosa para los que en verdad han sufrido los secuestros, y para sus familias: hay periodistas que quieren hacer, de su fiesta informativa (pues por fin tienen noticias con las que conmover, manipular sentimientos, ganar audiencia, ¡vender!), una fiesta para los adoloridos protagonistas de esa tragedia, quienes, ante el abandono en que los hemos tenido, terminan ablandados con las cámaras y la gente, con toda la atención que se les da súbitamente y que se les había negado durante tanto tiempo, y optan por callar su justa rabia acumulada, que debían de haber rumiado durante todos estos años de vida sin sentido en la selva, y que debería, legítimamente, explotar en reclamos contra Santos y Uribe, los paramilitares, la misma guerrilla, y contra los demás señores de la guerra, que nunca se preocuparon, ni se preocuparán por ellos, la pobre carne de cañón.

(Y que conste que no me opongo para nada a las gestiones de la muy digna y valiente Piedad Córdoba, ignorada por el Gobierno, ninguneada por el establecimiento, denigrada por los perezosos desinformados, muy a pesar de que es por ella que ha habido liberaciones. Aclaro que no tengo objeción frente a la labor de la exsenadora porque, en cierta forma, el espectáculo de medios que critico es también su creación, toda vez que sin él no podría pensarse en llamar la atención de un pueblo como el colombiano, tan inclinado a dejarse llevar por las emociones de cualquier índole.

Por lo demás, no solo no ataco ni atacaré a Piedad, sino que la apoyo, y rechazo la muy hipócrita sanción impeditiva que el procurador en campaña electoral Ordóñez le impuso como haciendo un mandado).

Ahora bien, ¿cuál debe ser el papel del periodismo colombiano frente a la clase de eventos referidos? Pues yo no soy periodista, y no podría saberlo. Sin embargo, el Artículo 20 de la Constitución Política, ampliamente interpretado y desarrollado por la Corte Constitucional a través de una jugosa jurisprudencia, establece: "Se garantiza a toda persona la libertad (…) de informar y recibir información veraz e imparcial (…)". Esto refrenda en primera instancia el derecho de los medios de comunicación a hacer el festín que hacen, es cierto, siempre y cuando -dice la norma- exista veracidad e imparcialidad en la información comunicada.

La pregunta que me hago es otra: ¿hasta qué punto la forma de informar garantiza o perjudica a la veracidad e imparcialidad del mensaje comunicado? Esto es, ¿se afecta en alguna manera la calidad de la información (verdad e imparcialidad) cuando se escenifica una pista aérea de improvisaciones periodísticas, en lugar de implementar la seriedad y sobriedad como métodos, que otros medios del mundo, tal vez más ambiciosos, sin dejar de vender ni siendo aburridos, enseñan?

Que me contesten los que sepan, pero yo creo que sí, que la forma termina por pervertir el fondo: la noticia de la liberación de los secuestrados pierde valor social cuando es transmitida como si se tratara de un partido de fútbol más, y, precisamente, por esa saturación, se logra lo contrario a lo pretendido, si es que es así: la gente finalmente pierde el interés que debería mantener porque se haya respetado, aunque tarde, la vida de unos compatriotas, y con esa pérdida de interés viene consecuentemente la carencia de opiniones, y después, el paraíso de los señores de la guerra, a los que les encanta la confusión, el caos, y que nadie opine nada de nada: ese es su propio festín.



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