Libertad interior y paz mental

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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


Los estoicos formaron una escuela de filosofía que surgió en Atenas alrededor del año 300 a.C; con Zenón de Citio como su fundador. Esta corriente filosófica se extendió a lo largo de varios siglos y tuvo diversos exponentes prominentes, como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio. De hecho, cada uno de estos pensadores compartieron un conjunto central de principios que definen la filosofía estoica: Distinguir entre lo Controlable y lo Incontrolable, Vivir Según la Naturaleza, La Importancia de la Virtud, Desapego Emocional, Autodisciplina y Autodominio, Conexión Mente-Cuerpo, entre otros.
Uno de los conceptos fundamentales del estoicismo es la idea del "logos", una fuerza racional que ordena el universo. Según los estoicos, entender esta fuerza nos permite vivir en armonía con la naturaleza y alcanzar una forma de sabiduría. Esta armonía se consigue a través de la virtud, que lo asocian a menudo con la racionalidad, la autodisciplina y la justicia.

Otro elemento central es la distinción entre lo que está en nuestro control y lo que no lo está. Enfatizan la importancia de concentrarse en nuestras propias acciones y reacciones, ya que estas son las únicas cosas que realmente podemos controlar. Al adoptar esta posición, creen que podemos alcanzar una forma de libertad interior y paz mental, independientemente de las circunstancias externas.
Además, tiene un fuerte enfoque ético. Argumentan que vivir de acuerdo con la virtud no solo es lo más racional, sino también lo más beneficioso para nosotros. La autodisciplina, la honestidad y la valentía son altamente valoradas, y se consideran esenciales para una vida buena.

Su filosofía ofrece una perspectiva refrescante sobre cómo abordar los desafíos de la vida. El núcleo de esta escuela de pensamiento es la importancia de distinguir entre lo que está en nuestro control y lo que no lo está. A primera vista, este principio puede parecer obvio, pero podemos notar que a menudo gastamos energía y emociones en situaciones que no podemos cambiar.
Además, hay que considerar que no solo se trata de resignación, sino de acción consciente. De hecho, aceptar lo que no podemos cambiar nos libera para enfocarnos en lo que sí está en nuestras manos. Asumir una postura estoica puede resultar liberador y enormemente efectivo para mejorar nuestra calidad de vida.

Sin embargo, es necesario señalar que puede ser malinterpretado como una forma de apatía o desinterés hacia nuestros problemas. Pero, en realidad, se trata de lo contrario: un llamado a la acción en los ámbitos donde realmente podemos marcar la diferencia.

En consecuencia, el docente universitario, Pablo Emilio Angarita Cañas, Doctor en Derechos Humanos y Desarrollo, citando a R. Holiday y S. Hanselman, afirma que “La práctica más importante en la filosofía estoica es diferenciar entre lo que podemos cambiar y lo que no. Aquello en lo que podemos influir y en lo que no. Cuando un vuelo se retrasa por el clima, gritarle al empleado de la aerolínea no detendrá la tormenta. Sin importar cuánto lo desees, tu estatura no aumentará ni disminuirá, tampoco cambiarás tu país de nacimiento. Sin importar lo mucho que lo intentes, no puedes obligar a nadie a que le caigas bien. Encima de todo, el tiempo que le dediques a estos propósitos inamovibles es tiempo que no estás empleando en las cosas que sí puedes cambiar”.

Para concluir, creo que la filosofía estoica ofrece herramientas valiosas para navegar por un mundo cada vez más complejo y estresante. Nos enseña a centrarnos en nuestro propio comportamiento y actitudes, que son las únicas variables que realmente podemos controlar. Y al hacerlo, nos brinda una especie de libertad que es verdaderamente empoderadora.



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