Es mejor prevenir que curar…

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Amed Zawady Leal

Amed Zawady Leal

Columna: Opinión

e-mail: amedzawadyleal@hotmail.com



Por medio de la prestigiosa columna semanal del distinguido educador José Manuel Rodríguez Pimienta, he recibido una preocupante información.

Es sorprendente y origina tristeza, conocer de la difícil situación a la que se enfrenta la Iglesia de San Francisco de Asís joya arquitectónica e histórica de la ciudad.

Francisco (1182-1226) nacido en la población de Asís península itálica en una familia acomodada, tuvo una juventud llena de lujos y sus primeros años transcurrieron en medio de las prioridades de una juventud despreocupada y alejada de inquietudes espirituales.

Contando con la dispensa del Papa Inocencio III crea Francisco una comunidad de frailes regulares (sometidos a reglas) quienes tuvieron un papel destacado en la  evangelización de la época (Edad Media).

A la llegada de la comunidad a nuestra ciudad además de construir el primer templo católico, entre otros servicios comunitarios, fundaron siglos más tarde el colegio franciscano San Luis Beltrán institución de gran prestigio que hasta el día de hoy y por largos y productivos años (doce en mi caso) ha educado con estricto rigor franciscano la juventud encaminándola por la ruta de la inclusión, la humildad y el desarrollo social de nuestra querida ciudad de santa marta.

Muchos tuvimos el honor y la  suerte de permanecer durante años bajo su tutela y observar de cerca la abnegada entrega de los frailes franciscanos en la formación de  varias generaciones de jóvenes estudiantes e inculcarles valores como la humildad, la honestidad y el espíritu, orientados a privilegiar con seráfica voluntad la ayuda  a los más necesitados.

Esta inclinación es hoy especial y particularmente paradójica, pues los necesitados ahora son ellos.

En la actualidad, por fortuna, la iglesia de San Francisco de Asís es un remanso de paz y reflexión serena que solo se pueden encontrar allí por su sobriedad y sencillez impregnadas en sus antiquísimas paredes y grandemente indispensables en estos momentos en los que los valores, por ellos enseñados, pasan por una crisis aguda para nada edificante, y altamente inconveniente para la sociedad Samaria.

La perversa inversión de valores es una epidemia que sobrepasa a la de reciente ocurrencia en el mundo; privilegiar el enriquecimiento rápido e ilícito, la desigualdad y el desinterés por los más necesitados son aspectos contra los que luchan denodadamente los monjes franciscanos, lucha que podría desaparecer o al menos debilitarse con la ausencia de la ejemplar presencia de la comunidad del seráfico padre Francisco.

Por tal motivo, luchar por la permanencia del templo franciscano en la ciudad, es un imperativo social.

El tibio respaldo que se dio al comienzo de los años 60’s, debido al voraz incendio que casi acaba con la iglesia San Francisco, es un lujo que no podemos repetir en la actualidad por múltiples razones entre las que resaltan la educación y la paz. Recuérdese la frase que distingue, desde siempre, la filosofía franciscana: “Paz y Bien”.

Por otro lado, poco podemos hacer con ayudas individuales y personales, que, aún siendo insuficientes, de todas maneras habrá que realizar.

Las necesidades económicas del templo son enormes y merecen una actitud generosa frente al gran apoyo por parte de esta valiosa comunidad en el desarrollo y avance de la capital y del departamento del Magdalena.

Pero lo mayormente decisivo, es la concurrencia y el liderazgo de los gobiernos local, departamental y nacional para sacar adelante la comunidad franciscana y evitar así una gran frustración y casi que una tragedia por la eventual partida de los monjes franciscanos, y el posible abandono de una joya arquitectónica y un monumento histórico tan importante para nuestra identidad histórica y para el futuro espiritual y material de la sociedad samaria. ¡Alerta!

Ediles, Concejales, Congresistas, Alcaldesa, Gobernador, Presidente, Católicos, Prensa, Radio, Ciudadanía en general: esto No puede suceder.  Juntos podremos…