Coquivacoa, doscientos años después

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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


La controversia por la delimitación en el Golfo de Venezuela ha atravesado fases de alta tensión, incluso se presentó la idea de un conflicto armado durante los años 80. Bajo la superficie de este conflicto, a mi parecer, subyace la codicia por las reservas de petróleo y gas que son explotadas por la Revolución Bolivariana, una atracción que no deja indiferente a las compañías transnacionales ni a Colombia.

Todo comienza en el siglo XIX, en razón que después de la independencia, los límites territoriales quedaron vagamente definidos, lo que condujo a disputas y tensiones. Luego, con la disolución de la Gran Colombia en 1830, debido a que la Corona Española no había fijado los límites fronterizos de la Capitanía General de Venezuela.

En efecto, aunque gran parte del Golfo de Coquivacoa se encuentra bajo la jurisdicción de aguas territoriales venezolanas, una fracción de este litoral se extiende hasta las costas de La Guajira colombiana. Esta distribución geográfica, a mi parecer, es lo que ha encendido este histórico diferendo limítrofe. De hecho, desde que se inició se han firmado varios tratados, acuerdos o laudos sin que se logre una solución definitiva al diferendo:

Primero, el Tratado Lino de Pombo (Colombia) – Santos Michelena (Venezuela) de 1833: rechazado por el Congreso venezolano a pesar de beneficiar a este país en más de mil kilómetros de territorio. Segundo, el Laudo Arbitral Español de 1891: Acuerdo desfavorable a Venezuela, en el cual establece como hito fronterizo Los Mogotes de los Frailes que luego es reubicado en Castilletes. Con la decisión, casi toda la península de La Guajira pasa a Colombia, país que gana, además, costa en el Golfo de Venezuela. Tercero, el Laudo Suizo de 1922 y Tratado de 1941: Los gobernantes de Venezuela y Colombia aceptan las conclusiones de la Comisión de Expertos Suizos con lo cual el primero pasará de tener un millón veinte mil kilómetros cuadrados de territorio a poseer 920 mil kilómetros cuadrados. Entonces, al quedar establecido Castilletes como punto fronterizo; Colombia afianza su posicionamiento en el Golfo de Venezuela.

En consecuencia, la ONU también ha intervenido y en 1960  promulgó el Tratado del Mar que declara nulo el concepto de “costa seca” apoyado por Venezuela. Desde entonces Colombia inicia los trámites de soberanía sobre parte del Golfo, sin llegar a un acuerdo concreto entre ambas naciones. Adicionalmente, en 1974 el presidente liberal Alfonso López Michelsen decide retomar el debate sobre los límites fronterizos con Venezuela. Acuña de manera oficial el nombre de Golfo de Coquivacoa para designar el hasta entonces conocido como Golfo de Venezuela.

Mientras tanto, en varias oportunidades el tirano e ilegítimo Nicolás Maduro, ha establecido unilateralmente los límites marítimos entre los dos países. Esto ha exacerbado aún más los ánimos. Colombia ha interpretado la intervención como una infracción del derecho internacional y una usurpación de su territorio. Intuyo que este tipo de acciones unilaterales sólo contribuye a un clima de desconfianza y tensión en lugar de facilitar la búsqueda de una solución amistosa y diplomática.

Otra posición de Venezuela es la de “Costa Seca" como un argumento donde se sostiene que, de acuerdo con los principios del derecho internacional, tiene derecho a las aguas que bañan la península de La Guajira hasta el paralelo 12°N. Este se refiere a la costa que, aunque no está sumergida, no puede generar una proyección marítima. En este caso, sostiene que la costa colombiana de la península de La Guajira, por estar en una "situación de enclave", no puede generarla.

Para concluir, la situación actual del diferendo entre Colombia y Venezuela demuestra, desde mi perspectiva, la necesidad de una diplomacia cuidadosa y un compromiso con el derecho internacional. Considero esencial que ambas naciones dialoguen para resolver este conflicto de manera pacífica y justa, teniendo en cuenta las leyes y tratados internacionales, así como sus propias constituciones. Es imperativo, a mi parecer, que se resuelva en diferendo limítrofe para prevenir escaladas de tensión y potenciales conflictos en el futuro.



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