Didáctica política

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Joaquín Ceballos Angarita

Joaquín Ceballos Angarita

Columna: Opinión 

E-mail: j230540@outlook.com


El paso inexorable del tiempo lleva uncido inevitable relevo generacional y cubre con bruma que opaca y aun elimina los recuerdos grabados en las huellas mnémicas de la corteza cerebral de los seres dotados de racionalidad. Ese fenómeno hace que se borre de la memoria de los protagonistas o de los testigos de visu o de audio episodios trascendentales o sencillos ocurridos en el seno del conglomerado social. Hechos que contribuyen a la formación del denominado acervo histórico y cultural de los pueblos, que no siempre quedan plasmados en narraciones escritas, sino que se conservan gracias a la tradición o historia que se les transmite a las generaciones subsiguientes por vía oral. Durante el tránsito temporal yacen progenitores y crecen vástagos, y en esa continua sucesión cronológica en pocos lustros emerge toda una masa de nuevos ciudadanos que no vieron los   acaecimientos ocurridos ni en su terruño ni en su patria; tampoco oyeron decir nada sobre esos asuntos. Ignoran por completo lo acontecido.

Al desconocer los hechos, desconocen, obviamente, las causas que los motivaron, el desenlace de ellos, las secuelas que produjeron y la identidad de los autores. Ignorancia inculpable, altamente peligrosa. Grave vacío cultural para un amplio segmento poblacional no conocer episodios relevantes buenos o malos sucedidos en el solar nativo, en la región o en el territorio de su país. Y se magnifica la gravedad por tratarse de un estamento social conformado por extenso número de hombres y de mujeres, ostentadores de todos los derechos y pasibles de los deberes que la Carta Política de Colombia consagra a quienes adquieren el estatus de ciudadano; multitud que puede elegir y goza del atributo individual de poder ser escogido para el desempeño de funciones públicas. Gravísimo que una fuerza popular activa, beligerante y con capacidad definitoria electoral, desconozca ocurrencias pretéritas, porque está expuesta a incurrir en errores políticos con consecuencias irreparables.

Está en vilo el futuro de la sociedad que en su cuerpo colectivo tiene un vasto caudal humano desorientado y ciego –“el que no sabe es como el que no ve”, dice el refrán-, que, alucinado por narrativa tendenciosa   puede servir de mequetrefe incauto a seudo líderes hábiles para mentir y demagogos sin escrúpulo. Es una sociedad que fácilmente queda sumergida en tremedal terrible. Hurgar en el pasado del terruño y de la patria grande es necesario para no repetir las equivocaciones. Colombia vive una encrucijada. Por la pérdida de principios y de valores tutelares de la civilización cristiana los moradores de las ciudades y de los campos del país sufren inseguridad, violencia, desolación y muerte. Gran contraste social:  derroche oficial y multitud famélica. La brecha no la cierra el odio de clases sino la cohesión del binomio empresa-empleo. Está resquebrajado el orden público, suplantado por el caos y la arbitrariedad. Las instituciones republicanas en descrédito. Ostensible prepotencia despótica que, sin pudor, irrespeta la independencia del Congreso de la República y de la Rama Judicial. Colombia necesita ser encuadernada.

Cada convocatoria para que los ciudadanos concurran a las urnas es oportunidad propicia para recomponer al país. Si los electores actúan con responsabilidad se logra ese propósito. Para ello es menester hacer didáctica política: recalcarle al sufragante, provecto o joven, la importancia del voto; el deber de elegir bien; reiterarle, remacharle, que vender el voto es manchar su conciencia; que antes de votar examine las calidades del candidato: su pasado y su presente, qué ha hecho, y que no tenga antecedentes reprochables ni vinculación anterior o actual con grupos ilegales o corruptos. Pedagogía básica, ilustrarlos sobre hechos macabros que laceraron a Colombia y señalar a los causantes de las conductas punibles que ensangrentaron el suelo nacional, segaron vidas, depredaron o saquean el erario.