El Rey ha muerto; viva el Rey

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



La pasada semana Pelé terminó su existencia terrenal; reaparecen los recuentos de su vida y obra. Naturalmente, se encendieron los debates acerca de quién ha sido el mejor futbolista de la historia. En octubre de 2015 escribí para este diario una columna titulada “O rei Pelé, ¿o mais grande?” en homenaje al primer futbolista global, al primer fenómeno mediático de este deporte.

Usando el léxico boxístico, Brasil produce los mejores futbolistas “libra por libra”. El balompié brasilero es pródigo en nombres y generosa en categoría, gestas y títulos. El mundo entero es fértil terreno de extraordinarios deportistas. Innegables portentos argentinos, uruguayos, alemanes, españoles, italianos, ingleses, franceses y de muchas otras procedencias, ahora enriquecidos con Asia y África. Pero la gloria no es para todos y el trono se reserva para unos pocos; solo uno puede ocuparlo y otro no cabe. Como en las guerras medievales, destronar a un monarca sólido es difícil, aún más si no aparecen rivales poderosos. Ahora, cuando Pelé se va, vuelve la eterna discusión. ¿Quién fue o es el mejor de la historia?

Cada glorioso personaje ha tenido atributos únicos, defectos y circunstancias tan diferentes que compararlos resulta imposible, aun cuando el Olimpo del balón reciba solamente a unos cuántos. Cada generación tiene sus ídolos, incluso más de uno. Nuestros padres admiraron a Alfredo Diestéfano, el primer ídolo transcontinental cuando “solo existían Sudamérica y Europa”; fue capaz de gestas prodigiosas, merecido ganador, goleador insigne, de futbol rápido y majestuoso que aun podemos apreciar en videos antiguos. Se ganó su sitial con categoría; sin haber disputado una Copa del Mundo, es considerado uno de los máximos futbolistas. Lo sucede Pelé, de cuya historia y logros hemos conocido al máximo por estos días. Johan Cruyff en los años 70 se sienta en el trono; en 2016 escribí una nota acerca de este personaje, “Johan Cruyff, un visionario”; es innegable su influencia en el fútbol actual como jugador y como entrenador. Maradona domina la década de los 80; esa historia quedó consignada en mi columna “D10S” a finales de 2020; además de su talento supremo, fue todo un líder para el fútbol de su nación, pero mal ejemplo como persona. En los años 90, dos prodigios rivalizaron en títulos y logros: Ronaldo y Zidane; fantásticos ambos, de estilos diferentes, llevaron a sus selecciones y equipos al pináculo de la gloria.

Este nuevo siglo comenzó con la soberanía de “O bruxo”, plasmada resumidamente en mi nota “Ronaldinho, futbol hecho magia”; junto al “Mágico” González, es quizás el más talentoso futbolista que he visto, capaz de desafiar la física, las patadas rivales y hacer jugadas imposibles; en mi concepto, a pesar de haberlo ganado todo, su estilo de vida le quitó su puesto en el podio de los mejores. Los siguientes años, y hasta la fecha, fue la gloriosa década de dos astros formidables: Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Un mano a mano futbolístico pocas veces visto en las máximas categorías; pulverizaron récords que parecían intocables gracias al apoyo de sus fantásticos equipos, que se repartían las glorias; los demás clubes ejercían como actores de reparto. En sus selecciones no obtuvieron tantos resultados. El portugués logró una Eurocopa y una Liga de Naciones, mientras que el argentino levantó los trofeos de las selecciones Sub-20 y la Sub-23, Copa América, Copa de Campeones Conmebol y la Copa Mundo. 

No discuto quién ha sido el mejor, pues las épocas y circunstancias son distintas; cada quién reinó en su momento. Vendrá la época de Mbapée, Haaland, Julián Álvarez o Pedri, y después serán reemplazados por otros. Veremos arqueros de la talla de Lev Yashin o Buffón; defensores comparables con Beckembauer, Cannavaro, Roberto Carlos o Dani Alves; goleadores implacables como Klose o Suarez, y genios irrepetibles como Iniesta, Xavi, Garrincha o Modrić. Como aficionado, agradezco haber visto mediante la televisión y ocasionalmente en directo a estos dioses del balón y que nos deleitaron con sus extraordinarias habilidades.