Aeropuerto Simón Bolívar: Una barrera para el desarrollo de Santa Marta

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


En días pasados se anunció que una de las aerolíneas que operan en el aeropuerto Simón Bolívar de Santa Marta, ofrecerá nuevas rutas nacionales e internacionales. Esto, sumado al importante incremento de pasajeros, confirma el aumento de la demanda de transporte aéreo en la ciudad, y por ende, la necesidad de resolver el problema de capacidad del aeropuerto a fin de brindar un adecuado servicio. La ciudad, está en mora de abordar un debate serio sobre el aeropuerto; profundizar sobre los complejos impactos de mantener su localización actual. En relación con este debate, solo se ha conocido lo propuesto por el Plan Maestro Aeroportuario Simón Bolívar, elaborado por una firma española, que plantea mantenerlo en su actual localización, pese a las limitaciones de espacio para su ampliación. Esto significaría además, una barrera para el desarrollo turístico del área urbana más estratégica de la ciudad sobre borde playa.

El aeropuerto, tiene dos grandes problemas: la limitación de capacidad de la pista y de la terminal. La solución a esto, es la ampliación de la terminal y la construcción de una calle de rodaje paralela a la pista existente. Con una inversión de alrededor $1.4 billones, la alternativa del Plan Maestro, consiste en ampliar la terminal actual y construir una calle de rodaje de sólo la mitad de la longitud que se requiere. Dadas las restricciones de espacio del lote del aeropuerto, se propone adquirir 66 hectáreas adicionales -implicaría el traslado de la línea férrea adyacente- a las 41 que ocupa el aeropuerto en la actualidad. Esto significaría, ocupar más de 100 hectáreas sobre la zona con el mayor potencial para el desarrollo turístico de la ciudad.

Con tan elevada inversión, ¿se justifica qué la ciudad mantenga un aeropuerto que obstruye su conurbación, con una pista de sólo 2.000 metros de longitud y una calle de rodaje que alcanza sólo a la mitad de la pista? Esto, sin contar con los insalvables problemas de seguridad, debido a que la superficie limitadora de obstáculos, no cumple con lo exigido por las normas internacionales, ya que los cerros orientales de la ciudad en esa zona interfieren con la mencionada superficie. Santa Marta, estaría condenada para un horizonte muy largo de tiempo, por no decir para siempre, a tener un aeropuerto con estas limitaciones.

Como es propio de las ciudades que se expanden, el plazo del aeropuerto Simón Bolívar para permanecer en su actual localización comienza a vencerse para dar paso al crecimiento urbano y desarrollo turístico de Santa Marta. Esta dinámica, la han entendido ciudades en el país como Medellín, Bucaramanga, y Bogotá. Quito, Buenos Aires y Río de Janeiro en el exterior.

El traslado del aeropuerto, permitiría diseñar y construir instalaciones de terminal y pistas adecuadas para la demanda actual y futura, con el beneficio socioeconómico de liberar el lote del actual aeropuerto para su desarrollo urbanístico. Esto significaría un importante impulso para la actividad turística, así como la atracción de una mayor inversión para su infraestructura, servicios directos y complementarios. Se estima que la actividad hotelera generaría más de 15 mil empleos entre directos e indirectos. Una cifra importante para una ciudad que se ubica como la tercera más pobre del país y quinta con mayor informalidad.

Asimismo, debe considerarse el aporte de la suma de estos sectores por la vía de generación de ingresos fiscales propios como los impuestos del predial y de industria y comercio, recursos que podrán redistribuirse en la ciudad, al ser dispuestos para el desarrollo de proyectos urbanos estratégicos.

Mantener el aeropuerto en su actual localización, representa una alta inversión de fuentes inciertas, mientras obras esenciales para mejorar la calidad de vida de la población como es la solución de acueducto y alcantarillado, sigue sin concretarse. Trasladarlo, por el contrario, permitiría la construcción de un nuevo polo de desarrollo para la ciudad, generador de empleo, ingresos fiscales y mayor competitividad del territorio.

Los samarios deben exigir que se abra el debate para todos aquellos proyectos de alto impacto social y económico. Solo con la participación y compromiso de los distintos sectores, se pueden lograr las transformaciones y desarrollo que el territorio necesita.