Reflexionemos

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Escrito por:

Joaquín Ceballos Angarita

Joaquín Ceballos Angarita

Columna: Opinión 

E-mail: j230540@outlook.com


 Durante espera paciente en concurrido centro comercial, vieron mis ojos desfilar preciosas chiquillas que, asidas de las manos de sus cariñosas madres, recorrían alegremente los amplios pasillos. Visión emocionante que invita a la reflexión serena. Sí. A cavilar sobre la realidad colombiana. A valorar el enorme activo que posee Colombia con ese universo humano maravilloso representado en la niñez candorosa que aflora y crece en medio de la sociedad contemporánea cada vez más agitada, contradictoria y confundida por ideologías promotoras de prácticas inmorales y crueles so pretexto de amparar derechos fundamentales que no son tales, con detrimento de los que sí lo son, y tienen origen divino. Ideologías advertidas y censuradas por el Pontífice Francisco.

Ideologías que incitan a quebrantar las doctrinas cristianas, y a erradicar los principios y los valores tradicionales de la cultura occidental. Ideas nocivas que promueven el vicio y las prácticas depravadas y crueles como el aborto, entre muchas otras. Otorgándole a mujeres alienadas la prerrogativa de matar a la criatura inocente e indefensa que se gesta en sus entrañas, con la narrativa falaz de que son fruto de embarazos no deseados o resultado de violaciones sexuales recibidas.

Argumento anodino, sin sustento veraz, pues el embarazo no deseado no justifica el crimen de aniquilar el feto en gestación. Además, ese embarazo no deseado sería secuela de la imprevisión de lo previsible, ya que, ningún adulto, hombre o mujer, ignora lo que puede generarse al tener relación sexual sin adoptar las precauciones adecuadas. El tal embarazo no deseado, sí sería, entonces, irresponsablemente ocasionado. Embarazo originado en el desenfreno de la pasión lujuriosa. Y los actores deben responder por su culpa. Aplicando el aforismo jurídico clásico, no les es permitido alegar en su favor el error propio. También se torna inane la causal fundada en violación sexual.

Con esa entelequia pretenden encubrir gravidez que ningún nexo causal tiene con acceso carnal surgido de vis compulsiva o vis absoluta, ni en situación de indefensión en cautiverio forzoso.

Ante el apocalíptico albur que se cierne sobre los nasciturus amenazados por el implacable bisturí en manos de verdugos despiadados, exentos de punibilidad por designio de crueles magistrados, fluye el insoslayable deber de frenar el torrente ideológico devastador.

Surge la necesidad de reencausar la sociedad para que transite por la senda enmarcada en los principios y los valores perennes.

A la luz de esos mandatos tenemos que reflexionar responsablemente. Percatarnos del peligro que asedia a Colombia en este instante crucial de su historia. Atacada por el borrascoso huracán de las ideas disolventes, la corrupción, la inseguridad, el narcoterrorismo, guerrilleros insolentemente empoderados en el Congreso de la República y con inminente proximidad de segunda vuelta comicial para elección presidencial, en un ambiente democrático de intensa confrontación donde se enarbola el postulado del cambio como bandera programática de los bandos en disputa, escenario efervescente en el que uno de los extremos engaña al pueblo con propuestas irrealizables, pone en peligro la institucionalidad del país y la estructura del Estado Social de Derecho consagrado en la Constitución Política de Colombia, y sitúa a la Patria en el borde del abismo, tenemos que actuar con sensatez para salvar el futuro de la nación. Que es el futuro de quienes ya hemos recorrido largo trecho en el valle terrenal, pero sobre todo el porvenir de los relevos generacionales y del inmenso y bello conglomerado de niñas y niños que adorna a Colombia y constituye su promisoria esperanza.

El compromiso es votar bien. O sea, elegir a quien puede gobernar con honradez, idoneidad, con grandeza de alma, sin odio. Sin antecedentes de pertenecer a grupos ilegales. Persona que ame a su Patria y para ella y el bienestar de los compatriotas trabaje denodadamente.


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