Esperemos pronta aclaración del magnicidio de Marcelo Pecci

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


Desde hace más de tres décadas en nuestro país hablamos periódicamente de inseguridad. Al parecer los que se alimentan del delito o los que conservan el delito como un próspero medio de vida, han considerado o probablemente le consta, que la justicia en nuestro país se encuentra lejos de ser rápida, pronta, eficaz y oportuna. Ello ha contribuido a generar incomprensión al ciudadano, que no colabora con decisión y entusiasmo al éxito de las investigaciones. La “fláccida” justicia de nuestro país ha logrado que la delincuencia acelere con más eficacia el logro de su impunidad, la evolución del delito también ha alcanzado que el colombiano pierda su valor civil, el ciudadano ya no se atreva a cruzar la barrera y penetrar en el lado oscuro a fin de castigar al infractor porque se encentra desprotegido, sin instrumento adecuado y a merced de un monstruo de mil cabezas que lo persigue, lo amedrenta lo hostiga, lo ataca directa o indirectamente y si no lo atemoriza lo suficiente para que abandone el país, o lo conviertan en otro “trágico recuerdo”.
Las recompensas que el Estado promete por información que llegue a la captura de los malhechores, puede que sea una cifra alarmante, pero por muy tentadora que se muestre, casi ningún ciudadano osa en ganarse ese “diezmo” porque teme que en pocos días su revelación lo convierta en un nuevo mártir, en una cifra más del imparable aumento de la criminalidad colombiana.

El pasado 10 de mayo, en la isla de Barú fuimos antagonista de un hecho que enlutó la justicia de los paraguayos y ha puesto en jaque la lánguida seguridad de nuestra población. El fiscal antimafia de Paraguay Marcelo Pecci fue asesinado mientras disfrutaba su luna de miel en Cartagena, tras ese vil magnicidio se encuentran en nuestros suelos el FBI y la DEA, organizaciones antidelictivas que unidas a las fiscalías de Colombia y Paraguay, en un trabajo transnacional, tendrán a su cargo las investigaciones de este penoso asesinato.

Supuestamente en el país de su origen, el fiscal Pecci carecía de amenazas, pero sí fue el creador del operativo “A ultranza” cuya ejecución embargó bienes de decenas de propiedades de lavado de dinero y en lo que va del año ha logrado la captura de más de dos docenas, de seres dedicados al narco tráfico. Por tal razón el exministro paraguayo del Interior Arnoldo Giuzzio, se atrevió a decir que el crimen pudo haberse ordenado desde Paraguay.

Si se llegare a esclarecer con prontitud este magnicidio, que estas grandes investigadoras (FBI, DEA) de delito, nos dejen como experiencia un hálito de prontitud tras el delito, porque hasta ahora debido a lo enclenque de su proceder, la justicia en Colombia día a día nos parece haber perdido su majestad, su prestancia, su alta dimensión jerárquica.

Pueda ser que la experiencia que nos suministren el FBI y la DEA, nuestra Fiscalía adquiera gran experiencia en la lucha contra el delito y podamos esclarecer los asesinatos de Álvaro Gómez, Rodrigo Lara, Guillermo Cano, Enrique Low Murtra, Pizarro León Gómez, Pardo Leal y muchos otros que aún se encuentra en la penumbra.