Se vive por estos días una época de aspiraciones electorales, un panorama, por cierto, bastante saturado de listas, candidatos y candidatas visitan su región y el país con el fin de conseguir los votos necesarios para ser elegidos (as); están en todo su derecho a elegir y ser elegidos: Art. 40 de la Constitución Nacional; estos aspirantes llegan con discursos que conocen el lugar como la palma de su mano y traen las soluciones; que darán su vida y seis más por ellos. En sus reuniones besan a Raimundo y todo el mundo, se toman fotos con todos, cargan niños, abrazan a viejitos así huelan mal, solo por un ratico.
Otros candidatos: “ Voten por mí, sean optimistas, emprendedores, elegido les soluciono todo eso, para eso estoy aquí”, pasa el tiempo, cuando aparecen, la gente dice de ellos: “Ahí vienen los mismos con las mismas”. En síntesis, aparecen cuando necesitan los votos y desaparecen cuando se les requiere.
Los susodichos hablan de nueva renovación: ¿Cómo pleonasmo? Me obliga necesariamente en éste, uno de mis escritos ineludibles a enfatizar, que verdaderamente necesita el país una renovación absoluta de los partidos políticos; no desprestigiados, ya que a los actuales no los quieren ver ni en película; desean ver a ciudadanos elegidos que les sepan interpretar, que logren propósitos colectivos y no individuales. Dicen otros: “ Que ahora sí será”, pero la comunidad queda entusiasmada, con unos anhelos y los políticos con otros.
Los electores deben tener en su mente el perfil del candidato de sus preferencias, libre de presiones; votar a conciencia, para transformar a Colombia; este país no quiere votar por los mismos, que solo ilusionan y desaparecen como fantasmas.
El electorado y muchos que no han votado, quieren que esos candidatos, sean comunes a ellos y que elegidos no les den la espalda. Razón tienen esos candidatos de salir elegidos y aplicar esas frases de campaña como: “Diciendo y haciendo”, “ Compromisos y realidades”, “Lo imposible es real” y otras más, éste país tomaría otro rumbo y de paso una nueva clase política no corrupta. El voto es sagrado y no debe ser negociado por dádivas.
Ciudadanos que están adquiriendo conciencia prefieren que los atraigan con verdaderas propuestas, que los acompañen en las buenas y en las malas, son los que dicen libremente: “ Votaré por ese o esa candidata, porque muestran resultados y me han convencido”.