El burro le dice al puerco orejón…

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


“El burro le dice al puerco orejón, estando este en peor condición”. Este refrán popular sintetiza el nivel de cinismo que condensa el discurso de los últimos gobiernos frente a sus predecesores. Desde hace doce años, cuando este grupo político inició su conveniente divorcio de los “clanes tradicionales” que los llevaron al poder, no ha hecho más que rotular a sus antiguos aliados de ineptos y corruptos, a pesar de que, durante sus gobiernos han demostrado ser peores que estos.
Este grupo político no puede evadir la responsabilidad que le concierne frente al descalabro que ha sufrido la ciudad durante la década en que ha gobernado. Evidencia de esto, su incompetencia para resolver los principales problemas de ciudad: crisis de los servicios de agua y alcantarillado, desorden urbanístico, invasión de los cerros, invasión del espacio público, mal servicio de transporte público, deterioro de la malla vial y conflictos en la movilidad.

Además de sobrepasar a “los de antes” en la deficiente gestión de soluciones, estos últimos gobiernos han sido aventajados en el ejercicio de malas prácticas en la contratación y ejecución de obras. Construcciones inconclusas y/o con sobrecostos como la Megabiblioteca ($30 mil millones), el estadio Sierra Nevada ($69 mil millones), los 9 pozos ($2 mil millones), el CDI y Ludoteca de Bonda ($7 mil millones), son algunas de las obras que engrosan la larga lista de lo que pudiera considerarse un rebaño de elefantes albinos, que por la magnitud de recursos comprometidos y el impacto en los sectores vulnerables, ha debido ser sujeto de un eficaz escrutinio por parte de la opinión pública, sistema de justicia y entes de control.

La notable incapacidad de estos gobiernos, también ha quedado demostrada en sus deficientes criterios para priorizar la inversión pública, lo que aparte de lesivo, resulta injustificable para una ciudad con tantas necesidades por resolver y con tan escasos recursos. Un caso para resaltar en este sentido, es la construcción del sendero del Ziruma, obra con la que además de sacrificar financieramente la construcción de la segunda calzada que exige este corredor, se bloqueó cualquier cercana posibilidad de su ampliación. Por el talante cosmético de su gestión pública, la historia les recordará.

En la economía local, los desaciertos de estos gobiernos se han reflejado, especialmente en la baja competitividad de los sectores, el precario desarrollo de la vocación del territorio, los altos niveles de informalidad y la debilidad en la generación de recursos fiscales para inversión pública. Mientras otras ciudades le apuestan al desarrollo de industrias creativas que dinamicen nuevos sectores para atraer mayor inversión, crear empleos de calidad y aumentar la competitividad del territorio, en Santa Marta, se fomenta el retroceso. De ahí que, durante los últimos años, el alquiler de carrotanques y vehículos Vactor al Distrito, se hayan convertido en exitosos emprendimientos que hoy cosechan financieramente los frutos de la ineptitud pública y el retraso de la ciudad.

Las defectuosas gestiones púbicas, no solo han significado el detrimento del erario, sino una profunda afectación en la calidad de vida de los samarios. Riesgos para la salud local, como los que implicaron la disminución de servicios por los retrasos de obra de los puestos de salud demolidos, o los daños causados en la salud pública por la disposición de agua no apta para el consumo humano, advierten del alto costo que asumen las comunidades por cuenta de la casi criminal negligencia de sus gobernantes.

No obstante, todo lo anterior, el mayor daño causado por estos gobiernos ha consistido en haber minado la poca confianza que conservaba la ciudadanía en sus instituciones. La percepción de los samarios acerca de estas, es que fueron convertidas en comandos políticos permanentes, cuyas misiones de servicio público y atención al ciudadano, han sido desplazadas por el clientelismo y populismo con los que favorecen a sus aliados.

Pese a la experticia de este grupo político en el arte de victimizarse y responsabilizar a otros de sus fracasos, el pueblo comienza a cansarse de la mentira y el odio que han querido engendrar. “Es posible engañar a unos pocos todo el tiempo. Es posible engañar a todos un tiempo. Pero no es posible engañar a todos todo el tiempo”: Abraham Lincoln.


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