Carlos E. Caicedo Omar: el Alcalde de la esperanza

Columnas de Opinión
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Una vez más el significante ciclo político de 1460 días anuncia su deceso, suplicando a los nativos de la ciudad tanta veces esquilmada, que despierten, hagan a un lado el interés de sus famélicos bolsillos y permitan imperar su espíritu imparcial y opinión sincera.

 

Los restos del saqueo desvergonzado, diáfanamente percibibles en la inexistente estructura vial, la carencia de adecuada señalización, en el olor fétido que colonizó nuestro centro histórico y una vez playas hermosas, el ocaso del espacio público, el imperio de la inseguridad, la ausencia total de sistemas de recolección de aguas, el robo desvergonzado de las playas, y en general la anarquía total que invadió las fatigadas arcas de la ciudad antigua más atrasada, son sin lugar a dudas un grito desesperado que reclama una vez más consciencia en el voto.

 

Por otro lado, quienes no caen en el engaño sempiterno y en la guerra sucia redomada y perversa, que suelen utilizar estos ya identificados y despreciables personajes, al esgrimir los consabidos refritos como armas en la lucha por su ascensión al poder político, cuya actitud simuladora ofende no sólo al destinatario (por calumniosa), si no que descalifica e irrespeta al ciudadano al que pretende engañar con la finalidad de obtener unos objetivos electorales, con el claro y determinante propósitos de proseguir saqueando el erario público, en favor del guetto y en detrimento de un pueblo al que suspiran ver sin futuro y empobrecido.

Confabulaciones y sainetes pintan la tramoya en su innegable dimensión y revela la catadura moral de sus almas. Esos son los mismos enemigos agazapados del candidato a la Alcaldía, Carlos Eduardo Caicedo Omar, a quien advertimos con facilidad la única opción que permitirá a la ciudad salir de este coma político que durante más de 21 años la ha mantenido pendulando entre la vida y la muerte. Me refiero por supuesto a quien administró el alma mater, de quien se conoce por un good will sustentado en opiniones cerebrales y por haber transitado el camino de la consciencia ciudadana, dando a sobras muestras de la que constituye el verdadero hálito de la política.

Aquellos candidatos que violentan la libertad de prensa mediante la compra total de ejemplares, ilustrando el alma transgresora más pre ambulada de la historia de la comarca y que anuncian con cuantiosas inversiones, que rayan con lo absurdo, la magnitud de la rapacería que está por padecer en el futuro inmediato el departamento; compras de apoyo popular, sustentadas en despampanante promesas jolgóricas que en trasportaciones perpetúan el usual clientelismo y similares, replicando, vergonzosamente, las celebraciones que los emperadores en la antigua Roma realizaban para avalar sus mandatos, derrochando en víveres arrojados a las manos de quienes asistían a las presentaciones de los gladiadores en el coliseo, evidenciando lo cíclico de la historia, lo putrefacto de las ambiciones y la insensatez de un reducido porcentaje del colectivo.

No menos determinantes son las espúreas alianza para propinarle el tiro de gracia al departamento, que se forjó entre personajes sub judice y simuladores que ocupan cargos con funciones jurisdiccionales en organismos autónomos de la esfera nacional, que impulsaron económica y políticamente a quien celebra promesa por el Magdalena en el Congreso; ex gobernadores destituidos por el ardid incesante al futuro de los impúberes; congresistas reconocidos por su atestaferrada conducta en el desfalco a la educación de los niños, son sólo algunos de los bribones que como en un partido de las grandes estrellas, coordinaron la maquinación que garantice la subsistencia del aparato succionador del erario público , Sin embargo, casos como este, coherente con la labor de Miguel Martínez, encuentran su vacuna, que de atenderlo como se merece, en este caso específico, puede significar que el Magdalena por fin muestra indicios de salir de la ignorancia y la apatía política, entendida ésta en su concepción original e ideal.

En suma, es claro que el doctor Carlos E. Caicedo Omar es la persona mejor preparada para ocupar la Alcaldía, y Santa Marta no debe por ningún motivo desaprovechar esta feliz oportunidad, razón por la cual extiéndole a los lectores una invitación muy comedida y sincera a ejercer su derecho y deber al voto, pensando en función de patria y en los sagrados y altísimos intereses colectivos.

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