En Santa Marta, la atarbanería remplaza la cultura ciudadana

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


En días pasados esta casa editorial, publicó un video en el cual se registra como una adulta mayor a plena luz del día realizaba sus necesidades fisiológicas en la plaza de la catedral. Esta escena, es una clara demostración del nivel de degradación de la cultura ciudadana  y la falta de control de las autoridades. Cultura ciudadana es “el conjunto de costumbres, acciones y reglas mínimas compartidas que dentro de una comunidad generan sentido de pertenencia, facilitan la convivencia urbana y conducen al respecto del patrimonio común y al reconocimiento de los derechos y deberes ciudadanos”, (Departamento Administrativo de Planeación Distrital DAPD,1995).   


“Los centros históricos simbolizan las ciudades: forjan la identidad cultural y la calidad de la vida urbana y sirven de guía para el desarrollo moderno de la zona”, (UN, 2007). En el caso de Santa Marta, este se ha convertido en un claro ejemplo de los efectos que generan la falta de mutua regulación entre ciudadanos y el abandono institucional.

La situación de este sector, es el reflejo de lo que sucede en el resto la ciudad, en donde las malas conductas ciudadanas y el bajo sentido de pertenencia se han extendido. Esto, se ha convertido en el gran impedimento para generar identidad social, cooperación y compromiso de la ciudadanía en la búsqueda de soluciones a los principales problemas del territorio. 

Las buenas costumbres han sido remplazadas por la atarbanería que los ciudadanos exhiben cuando infringen las normas de tránsito, botan basura en las calles o ríos, invaden el espacio público, destruyen bienes y mobiliarios públicos, abusan de los clientes y se agreden entre usuarios y prestadores de servicios. Estas conductas se han profundizado a falta de programas y/o campañas que les contrarresten, bien sea desde la sensibilización o desde la acción de regulación normativa. Al respecto, debe cuestionarse la responsabilidad que frente a esta problemática le asiste al sector educativo en todos sus niveles, pues son ellos, unos de los llamados a liderar acciones que influyan en los procesos de la transformación positivas de las conductas sociales. 

Otro de las causas que han minado la cultura ciudadana, es la polarización y la incitación al odio que durante los últimos años han promovido algunos líderes con fines electorales, quienes por la vía del lenguaje hostil y discursos de odio contra adversarios, manipulación de medios de prensa e influenciadores de opinión, se han instalado en la política local. 

Estos mismos líderes, durante sus periodos de gobierno han reducido la gestión pública de la cultura ciudadana, a jugosas contrataciones como las otorgadas durante las vigencias 2015 y 2016 a la Fundación Paz y Reconciliación, por valor de $1033 millones. Entre los objetos de dicha contratación, estaba el “Aunar esfuerzos para la construcción de diferentes procesos de planeación e implementación de políticas públicas de seguridad y convivencia, control social”. Dada la precaria situación de la ciudad en materia de convivencia y el control social, se puede concluir que  esta contratación para lo único que sirvió fue para favorecer a los amigos políticos de gobernantes de turno. 

La cultura ciudadana es un aspecto fundamental para la construcción de ciudad, pues sobre esta cimientan las bases para el fomento del sentido de pertenencia, la identificación de propósitos comunes y la transformación positiva del comportamiento. Es así, como ante el ambiente de desarraigo social que atraviesa Santa Marta, es momento de que liderazgos locales aúnen sus esfuerzos para rescatar el sentido de pertenencia y fomentar  la participación y el ejercicio del control social de los recursos públicos. Santa Marta no puede seguir presa de líderes caudillistas que dividen a la sociedad, que se nutren del miedo y la desesperanza de los samarios para sus propósitos mezquinos, mientras la ciudad se mantiene sumida en la pobreza, la inequidad y el deterioro de las condiciones de vida.  

¿Cuál es el temor de fomentar la cultura, la ley y la moral entre los samarios? Es posible que la respuesta la haya dado Emiliano Zapata: “La ignorancia y el oscurantismo en todos los tiempos no han producido más que rebaños de esclavos para la tiranía.