Encuestas amañadas: un irrespeto a la democracia

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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Muy a pesar que las empresas encuestadoras, aducen que el mecanismo empleado para el abordaje estadístico en la precisión cuantitativa del número de personas potencialmente aptas para votar, sea el mejor, lo cierto es que más de un ciudadano, no le da la credibilidad, ni exactitud que tanto se pregona.

Es sabido por todos, que estas razones sociales que encuestan, utilizan dentro de su andamiaje funcional y organizativo, los llamados muestreos, que no son más que avances promediados de una cifra matemática generalizada para diagnosticar una exactitud o precisión que está muy lejos de la realidad.

Muy diferente, es el concepto que arrojan los datos que maneja el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, DANE, pues allí, no hay ningún muestreo, sino un censo estadístico que por normatividad debe ser casa por casa, barrio por barrio, corregimiento por corregimiento, municipio por municipio y departamento por departamento; sin embargo, se presentan muchas inconsistencias, producto algunas veces de trampas, por parte de los encuestadores, quienes al no cumplir la tarea encomendada, se ubican en cualquier cafetería y comienzan a llenar formularios a diestra y siniestra. De otro lado a esta “encuestatitis” que mencionamos debiera llamarse Dependencia Administradora Nacional de Embustes, “Dane”.

Pasando al cuadrilátero político, camino a la democracia, muchos tratadistas y orientadores de opinión, entendemos que la decisión y voluntad de determinado asentamiento humano, no puede estar supeditado a un sistema amañado, limitado e impreciso de una firma encuestadora. Ciertamente hay encuestas que han estado ajustadas al sentimiento y voluntad de un determinado número de electores; en estos casos, la satisfacción se extiende por doquier rincón y el orgullo de los encuestadores es a todo nivel. No obstante, se dan resultados adversos que descontrolan los ánimos y producen rechazo ciudadano.

No siempre lo que dicen las encuestas es producto de la realidad, sobre todo cuando hay intereses políticos de por medio. El caso más reciente y de gran repercusión social en Colombia, lo constituye según los resultados de la firma encuestadora contratada por determinado partido político que determinó un ganador, pero el descontento generalizado al interior de ese partido, dejan muy mal parados la actuación de esa firma encuestadora.

Ante el presente panorama político que se observa en Colombia y el futuro que vendrá, pululan encuestas, surgirán otras para contrarrestarlas, perfilando partidos o personajes precisamente, creando más incógnitas. También, dice la gente: solo se entrevistaron 120 ciudadanos en una región exorbitante, de una gran proporción, no es una auténtica demostración de lo que es democracia y aducen que tiene confiabilidad y un 98 % de certeza ¿Qué tal esto?, situación que, para muchos colombianos demócratas, ni confían, ni creen en esos resultados. Por lo anterior afirmamos que esa “encuestatitis” es un irrespeto a la democracia, esto no es una percepción, es la realidad.

Sabemos que la abstención electoral en Colombia es enorme y cuando expresan es que no hay por quién votar, les creemos. Sería ideal que se les encuestara, ya que dicen que ningún precandidato o candidato les atrae, son los mismos con las mismas, no les tienen credibilidad, menos confianza.

Encuestados ésos apáticos, que no creen en los políticos tradicionales, tendríamos una auténtica democracia; difícil saber quién pagaría tal encuesta, pero, el país conocería que candidato prefiere, fuera de éstos que se presentan en la actualidad ya desgastados y con vicios.