El poder de la oración

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


El 27 de marzo del pasado año, por primera vez en la historia, un Papa reza en la Plaza de San Pedro totalmente desierta, apena dos semanas antes el mundo se había enterado que una pandemia llamada Covid 19 asomaba ante el mundo como un monstruo arrollador hambriento de vidas humanas, sin que se pudiera frenar sus ímpetus. Desde su acostumbrada ventana el Papa visualizaba su plaza carente de seguidores. Le constaba que el mundo se encontraba supremamente enfermo y se asemejaba a una cárcel donde cada hogar era una celda.

No sólo la Plaza de San Pedro se encontraba vacía, las calles, los aeropuertos, municipios de ésta orbe. Tristemente sólo se escuchaban las ambulancias rompiendo el silencio elocuente que enlutaba al mundo. El virus se presentó como un caudaloso río crecido circulando con fortaleza de mil afluentes desbordado e inundando la superficie del planeta como el devorador insigne que le es fácil aglomerar víctimas en tiempo récord y dejar el mundo en el más profundo estado de postración.

Pasado un año de la oración papal, el Sumo Pontífice lleno de razones y preocupado por este impetuoso virus, compara la situación mundial con una metáfora semejante a la que Jesús vivió con sus discípulos en una lancha donde fueron sorprendidos con una tormenta inesperada y furiosa, a pesar de la agitación. Jesús dormía tranquilo, confiado en el Padre, luego el viento se cesa y las aguas calman.

 A sabiendas que la calma había de llegar, no cesaron sus preocupaciones, con el título de  “soñemos juntos”, el santo padre se dirige al mundo y anuncia con suprema certeza, que en ese barco azotado por el virus, nos encontramos navegando todos  y todos estamos llamados a remar en juntos, de igual  manera no olvidar que el con el rezo, renace la alegría, porque la oración es el arcángel de la esperanza.

Anuncia el Santo Padre en “soñemos juntos” que en el 2020 murieron 3.7 millones de niño por desnutrición y aún la mortandad por éste flagelo se hace más evidente cada día, ya  es hora que se trabaje para salvar vidas y no se gaste dinero en su destrucción.

Las grandes potencias del mundo gastan miles de dólares en la compra de armas, es bueno también que el sistema financiero no se detenga cuando de salvar vida se trate, para que el mundo disfrute de un renacer sano y alegre, antes que la desnutrición se conciba perdurable.

Debemos comprender que la oración es más veloz que la luz, porque al momento de orar, ya Dios la escucha y de ella pueden esperarse obrar fecundas, pues la oración es capaz de movilizar rocas difíciles de mover con palabras, en ella campean siempre la generosidad y la nobleza. Como todos nos encontramos navegando en la misma barca, recemos juntos por la inmortalidad del mundo.