Espejo social…uno de los paradigmas de la persona fragmentada

Columnas de Opinión
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Como el paradigma de “la persona completa”, conforme a lo establecido por Stephen Covey, en su libro el “8° Hábito”, consiste en desarrollar equilibradamente las cuatro dimensiones constitutivas del ser humano Cuerpo, Mente, Corazón y Espíritu, nos detendremos en la dimensión emocional, cuya manifestación más elevada para el desarrollo y cuidado es la “pasión” y la programación de la cultura para su descuido y uso es el “espejo social”.

El espejo social, conforme a lo establecido por Stephen Covey, en su libro “los 7 hábitos de la agente altamente efectiva” es el paradigma social imperante, vale decir, “las opiniones, percepciones y paradigmas de las personas que nos rodean…que son más proyecciones que reflejos, pues proyectan las preocupaciones y las debilidades de carácter de las personas en las que se originan”. Y como el paradigma social imperante es el dinero, las posesiones y el placer…entonces la vida de las personas está centrada en el dinero, en las posesiones, y en el placer.

Pero, la conducta humana también es una función de nuestras decisiones, y no solo producto del paradigma social expresado en condiciones y condicionamientos que nos determinan, y sobre los cuales no tenemos ningún control ni tampoco sobre su influencia. En cambio, con nuestra capacidad de la libertad humana podemos subordinar los condicionamientos y los sentimientos a los valores y a los principios, porque, tal como lo afirmamos, nuestra conducta no es solo consecuencia de las condiciones o las circunstancias, sino que la conducta fundamentalmente puede ser producto de nuestra propia elección consciente basada en valores y principios.

“Cuando el sentido del mérito personal proviene del patrimonio, la persona es vulnerable a todo lo que pueda afectar ese patrimonio, (…) y su valía personal y autoestima está determinada por esos bienes y propiedades (…) y el beneficio económico es su criterio para la toma de decisiones. (…) Así mismo, el trabajo es un medio necesario para obtener dinero, y no un fin de servicio, y su fuente de seguridad y realización es el dinero, y las posesiones son pruebas del éxito económico y símbolos del status”.

En cambio cuando la vida gira entorno a principios, “el dinero son recursos para el logro de metas y prioridades importantes; el trabajo es una oportunidad para usar los talentos y capacidades de un modo significativo, una inversión de tiempo que debe estar en equilibrio con otras inversiones de tiempo y en armonía con las prioridades y valores de la vida, una oportunidad de servicio, aportación y realización; y las posesiones son responsabilidades porque hay que velar por ellas, y de importancia secundaria en relación con las personas; y los principios son leyes naturales inmutables que no pueden violarse impunemente, y cuando se les honra, preservan la integridad y conducen al crecimiento y la felicidad verdaderos.

Si logramos incorporar este paradigma de “la pasión” en nuestros propósitos de vida, estaremos, no solo garantizando en el largo plazo el bienestar individual y colectivo, sino que nos convertiremos en agentes de cambio, que no perpetuamos el modelo imperante, al expresar y levantar la voz en momentos que la sociedad y la humanidad lo requieren.