El cambio es imparable… pero hacia el fondo

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


Uno de los aspectos más importantes que debe atender una ciudad en proceso de crecimiento como Santa Marta, es el diseño, construcción y mantenimiento de un sistema vial que le permita soportar de manera segura y eficiente el desarrollo de sus actividades socioeconómicas. Este aspecto sigue sin resolverse en la ciudad a pesar del compromiso de los gobernantes de turno, en especial, de los autoproclamados gobiernos del “Cambio”, quienes no advirtieron a los samarios que su dichoso cambio llevaría a la ciudad a tocar el fondo de sus crisis.

En su Plan de Desarrollo “Santa Marta Corazón del Cambio”, la alcaldesa Virna Johnson, se comprometió con la ejecución del programa, “Modernización de la infraestructura”, constituido por 4 subprogramas, entre los que se destacan: Plan Vial de Santa Marta y Santa Marta sin huecos. A mitad de su periodo de gobierno, no hay plan vial, pero sobran los huecos.

Aunque se observan algunas intervenciones viales aisladas, y en su mayoría, repavimentaciones, estas en nada se compadecen del profundo deterioro de la malla vial. Situación que no va a superarse, mientras la ciudad no disponga de un plan maestro vial, que estudie y diseñe su movilidad de acuerdo con su crecimiento, sus actividades y potencialidades.

A las anteriores falencias, es bueno adicionar la absurda manera como se han destinado los recursos públicos de la ciudad. Inversiones estratégicas para la competitividad del territorio, se han visto superadas por obras fundadas más en el capricho que en el propósito de satisfacer necesidades prioritarias. Es el caso del corredor de Ziruma, que comunica el centro de Santa Marta con los sectores turísticos de El Rodadero y Bello Horizonte, el cual pese a haber sido proyectado en el Plan Vial del Norte como un corredor en doble calzada, en lugar de ejecutarse como tal, fue construido sobre este un sendero peatonal cuyo costo aproximado de $18 mil millones, habría sido suficiente para rehabilitar la calzada existente y construir la segunda. Con esto, además de sabotear la oportunidad de desarrollar una obra de gran impacto para la ciudad, lograron dañar el aspecto paisajístico que esta vía ofrecía a quienes se movilizaban vehicularmente por ella.

No se pretende decir que el sendero peatonal no pudiera considerarse una obra de interés para la ciudad, sino, resaltar que existen prioridades que los gobernantes deben respetar en virtud del uso eficiente de los recursos. Sin ser un experto en planificación territorial, es fácil advertir que la vía del Ziruma debió priorizarse, en especial por su aporte a la ciudad como destino turístico.

Además del Ziruma, otros casos evidencian la escasa visión de los últimos gobernantes distritales. Ejemplo de ello, la prolongación de la Av. El Libertador, proyectada en doble calzada desde la entrada del barrio El Líbano hasta la Vía alterna al Puerto. Esta vía fue truncada por un proyecto inmobiliario, cuya licencia de construcción fue calificada por la Secretaría de Planeación como irregular, pero sobre la cual no se ejerció ninguna acción de control urbano por parte del Distrito. Destino similar parece que tendrá el corredor que conecta a Santa Marta con Riohacha, invadido hasta volver casi imposible su ampliación en el mediano o largo plazo.

El Plan Vial del Norte, única obra que durante los últimos años ha aportado soluciones para la movilidad de la ciudad y sus accesos interregionales, ha sido desconocida, sin considerar soluciones importantes que este aportaba en su alcance complementario: vías paralelas, vías transversales y la protección de zonas de reserva para las futuras ampliaciones de corredores principales.

Cooper et al. (2007) planteó que el transporte es parte fundamental del producto turístico por representar tres elementos: el medio de llegar al destino, un medio necesario para los desplazamientos en el destino visitado o porque constituye la propia atracción o la actividad turística como tal.

De continuar la contradicción entre lo que aspira a convertirse Santa Marta como destino turístico y lo que sus gobernantes disponen en la gestión pública, esta no pasará de ser un destino de bajo nivel y con poco impacto en la economía local.
¿Qué habría sido del corredor turístico de la zona costera, de no haberse ejecutado el Plan Vial del Norte?