El país más caribeño

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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM

Desvergonzadamente me he copiado, en el título, el eslogan que hace unos años utilizaba una aerolínea venezolana ya desaparecida, para significar, con orgullo, que eran ellos los más caribeños de la región, los más "costeños" de Suramérica, los más antillanos del subcontinente, los más cercanos a nosotros, que somos los originalmente neoandaluces…, no sin razón. Debo decir que lo he hecho porque me gusta la gente que se muestra tal cual es, sin aditamentos extranjerizantes, y por eso, los venezolanos de la aerolínea a que me refiero se ganaron mi simpatía cuando leí el otro día esa publicidad de hace 30 años: al fin y al cabo es por puro azar que el Caribe colombiano no terminó haciendo parte de aquel país -con el que tenemos tanto en común-, cuando no siendo una nación independiente, lo que habría sido lo mejor, sin lugar a dudas. Pues como alguna vez le escuché a un profesor de historia en Santa Marta: todo parece indicar que los caribeños de esta parte del mundo quedamos en el país equivocado.

Pero así es la historia, y ya no hay lugar a inventos: éste, a pesar de todo, es también nuestro país. Lo irónico es que, pese a lo que se diga, haya sido un caribeño militante el que decidió el destino de Colombia como una república unitaria, independiente -al menos en apariencia-, y regenerada de la fragmentación provinciana del siglo XIX que había sido motivada por los insaciables apetitos de poder de los cacicazgos locales (¿alguna similitud con la actualidad?). Por supuesto hablo del godo Núñez, defecto que se le perdona por ser cartagenero. Este hombre, después de Bolívar, es el culpable histórico de que tengamos un país con 32 departamentos, más de 1.100 municipios, y el doble de tierra que tienen, por ejemplo, los españoles.

El punto es que, no obstante lo anterior, Colombia hasta ahora ha sido un país diseñado por y para los andinos; ha sido determinante para esto el hecho de que el Virreinato de la Nueva Granada haya tenido como capital a Bogotá, y que más del 85 % de la población actual colombiana sea, efectivamente, andina. ¿Qué tanto más habríamos podido hacer para liderar al país -es cierto- si somos una minoría poblacional? Ahora bien, esto puede ser cierto en un principio, pero la verdad es que, siendo nosotros apenas una pequeña parte de la gente que puebla este país, de hecho formamos solos una gran nación que incluso va más allá de nuestra propia historia: el Caribe, esa gran mancomunidad natural que quiso estar diseminada por todo el mar que nos rodea y da vida. No debemos olvidar nuestra esencia, ni mucho menos tratar de dejarla de lado, más allá de las presiones que subyacentemente se ejercen desde los centros de poder para que así sea.

La pregunta que sigue es ¿qué es ser caribeño? ¿Acaso significa ser irresponsable, hablador, borracho, gritón, vulgar, perezoso, irracional…, como algunos quisieran que fuéramos? Yo no lo creo. Es, por el contrario, algo superior, algo que va dentro de cada uno de nosotros, y que, aunque resulte difícil de creer, tiene que ver más con la materia que con la forma: es un problema del qué y no del cómo. Así que ser caribeño es sencillamente ser lo que tú eres, sin temor a que yo te frene, te coarte, te impida ser.

Ser caribeño es ser ingenuo a propósito, para olvidarnos de la ingenuidad de dárselas de vivo a costa del otro: ser caribeño es no pretender ser lo que no eres, sino ser mejor siendo tu mismo. Y a nosotros, caribeños, dueños y señores de este Caribe colombiano, hacedores de esta Colombia caribeña, nos corresponde la gran y honorable tarea histórica de hacer de este amontañado país algo más bello y radical, algo más real y auténtico: nos toca hacerlo más caribeño.

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