Cien mil: dolorosa cifra

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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Cien mil fallecidos deja en Colombia la pandemia; jamás pensamos que se llegaría a esa cifra, la cual sigue creciendo. Este virus nos ha golpeado fuertemente y preguntamos:

¿a qué horas llegó esta cifra? La mortalidad fue más notoria las últimas semanas; irresponsables de incrementar las aglomeraciones donde permanecieron por semanas sin las mínimas precauciones se contagiaron y llevaron el virus a las casas de sus progenitores. Muchos sueños y vidas partieron de este mundo: una madre, un padre, hermano, un médico, un profesor, un periodista, un político… Nos duele que se hayan ido.

Este virus toco las puertas de familias ricas, pobres, pues atacaba directamente el sistema respiratorio. Preguntamos ¿Tenemos responsabilidad directa o indirecta en estos decesos? Sin duda alguna esta pandemia desajustó no solamente el sistema de salud colombiano, sucedió igual en el mundo entero.  No estábamos preparados; cualquier sistema de salud colapsaría; además, no se contaba con los suficientes recursos para afrontar esta pandemia, de ahí que el país y muchos en el mundo se vieron precisados sus gobiernos a declarar el Estado de Emergencia Económica.

La indisciplina social la vemos reflejada en esta fatídica cifra, cuando muchos en fiestas buscaban placer, de vuelta a sus casas contagiaron a sus progenitores, muriendo estos últimos. No es el momento de lamentaciones, opinamos que una renta básica, estimada en especie y dinero a la población más pobre de Colombia pudo disminuir esta cifra; gente carente de recursos, que vivían del día a día y que por esta razón salían de sus casas por sustento y la respuesta en mayúscula era “quédate en casa”.

Muchos, sin duda alguna acreditan a las aglomeraciones y manifestaciones del paro; pero no solo fue este factor, se empezó a sentir una falsa sensación de seguridad por la apertura de las jornadas de vacunación, apenas con la primera dosis; también, el gobierno nacional disminuyó las restricciones, ya sea movido por presiones o convencimientos inducidos y las personas salían de sus casas a despojarse de ese estrés reprimido, sin tener en cuenta lo que se les venía.  Muchos creyeron que, por la expedición de una norma nacional o regional para reabrir la economía, se había ido el coronavirus.

Preguntamos ¿faltaron decisiones más severas con el fin de minimizar esta pandemia? Sí, es cierto, faltaron esas medidas o llegaron tardías. No sigamos viviendo una falsa tranquilidad.  Colombia ha llegado a incluirse entre los 10 países del mundo por muertes originadas por la pandemia.  Es una tragedia la que estamos viviendo, nuestros seres queridos que partieron no será fácil sacarlos de nuestros corazones.  El Estado cuando antes debe iniciar una terapia colectiva que aliente ánimos, cicatrizando heridas.

Existe luto y tristeza en la familia colombiana; los sueños por cumplir de los seres que partieron, los veremos materializados nosotros, sus más cercanos familiares.  Recojo un mensaje optimista de la escritora Irlandesa Kathlen O´meara: “Muchas personas cuando termine todo esto habrán aprendido a ser más tolerantes con los demás, siendo más comprensivos, más colaboradores socialmente, con más valores sociales y sobre todo, disfrutando mucho más de los pequeños placeres.”  Recapacitemos, seamos responsables, no reactivemos esta pesadilla; no ser uno más.    



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