Todo lo postergamos

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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Es innegable que los seres humanos, desde hace muchos años en la historia del pasado, hayamos fortalecido el malsano ejercicio de postergar las cosas y soluciones que fácilmente pueden ejecutarse al instante mismo.  Pero no, dejamos para después, muy a pesar de ser conscientes que las metas, objetivos, problemas y necesidades se deben articular a través de una acertada y urgente decisión, que implica materializar de inmediato la acción y su correspondiente determinación. Bajo este panorama, observamos como la juventud, se aparta de la rentable y valiosa oportunidad de leer un libro o cualquier texto literario, cuyo contenido se constituye en fortaleza de conocimientos de disimiles características.


Así sucede en muchos otros escenarios en el teatro de la vida, donde todo lo reemplazamos, relegando las cosas importantes a un segundo plano. Como puede apreciarse, esta situación se traduce en un imperativo ético y moral, consiste en adoptar un cambio profundo en nuestros hábitos de vida. Es decir, hacer una verdadera, integral y en lo posible radical trasformación en nuestro proceder, pensar y forma de actuar. Aquí es preciso, una auténtica reforma que incida en nuestros formatos de vida; reiteramos todo lo dejamos para más tarde, incluso en aspectos personales, realizar ejercicios a diario, recapacitar, valorar con frecuencia si lo que pensamos y actuamos está acondicionado para una sana convivencia, ajustada a una sociedad que brinde garantías; recordemos que de los que pensamos, actuamos. Tengamos en cuenta siempre, pensar sano, actuar sano… Pero no, optamos por prescindir de una metodología de rigor y cumplimiento que nos de fortaleza en disciplina y lo peor aún, es que nuestra  prole hereda estas malsanas prácticas.


Se requiere en este aspecto, incorporar una nueva cultura en el marco de nuestras costumbres de cultura de tradicional; una ilustración de ello,  es la apatía que muestran miles de jóvenes, mujeres y hombres que dejan truncado sus estudios con el argumento sin importancia  y sin peso alguno, que más tarde continuarán estudiando. Pero lo terrible, es que el tiempo avanza y nos volvemos viejos tras un resultado de gestión verdaderamente inane e improductivo, esperando  proyectos realizables que se dilatan y se siguen dilatando; así sucede todo en nuestro entorno, en el accionar del Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Esto implica por qué determinados individuos al llegar a los 57 y 62 años, ya pueden celebrar con sensación de triunfo, el júbilo de estar pensionados, afortunados; pues fueron disciplinados, perseverantes y constantes en sus acciones y decisiones, otros por el contrario no tienen absolutamente nada ganado; más bien su vida ha sido un fracaso, estos últimos no tuvieron fortuna, constancia, permanencia o entrega a una causa laboral y hoy solo los agobia el pesar y el lamento.


No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy expresa un sabio refrán; tenemos que mostrarnos diligentes, solucionando caso  a caso y no acumular montañas de problemas que generaran caos. Es ésta la costumbre de postergar todo, casi todo; lo adquirimos en un plano individual y lo tornaremos de forma social, ya sea en el desenvolvimiento de lo privado o lo público, acentuándose más en este último   


Son muchos los casos que podemos refrendar y señalar aquí, necesitamos espacio, que dan fe que hoy por hoy   no debemos dejar para después lo que fácilmente podemos hacer ahora.



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