El traidor traicionado

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Me ha gustado mucho lo pasado con Angelino Garzón y su disidencia ideológica, que ha representado algo de sazón para la insípida unanimidad santista que, como la uribista en su momento, tanto daño le hace al país, por socavar desde el origen sus instituciones democráticas. Y es que, aunque Santos, según él mismo ha dicho, quiere ser el "traidor de su clase", en alusión a que seguirá gobernando para complacer a todos los colombianos (muchas gracias, Santos), y no solamente a los habitantes del norte de Bogotá, lo cierto es que no se debe perder la perspectiva y recordar quién es, y sobre todo, quién ha sido el amigo Juan Manuel. Hace más de un año, en plena campaña presidencial, aquí lo dije, lo repetí, lo demostré, y lo sostengo ahora: Santos es, en esencia, un hombre sin demasiadas convicciones, desleal, acomodaticio y oportunista. Un traidor, sí, como el mismo se llama, pero, no solo de su clase social, sino respecto de todo aquel al que, sacrificándolo, le represente algún beneficio. Ahora que no se diga que así se requiere ser, necesariamente, en política, porque eso no es cierto. Por supuesto, engendros como Roy Barreras opinarán lo contrario.

Esto me recuerda a un candidato al Concejo de Bogotá, por el Partido de la U, cuyo lema de campaña es, literalmente: "Vote por mí porque voy al Concejo a sapear". Al ver semejante avalancha de ideas que propone ese sujeto para llegar al órgano coadministrador territorial de la capital, me he preguntado si eso, tan poco, le alcanzará. Y la triste respuesta es que sí. Pues así de mal estamos de candidatos, de ideas, de partidos, de programas, y, fundamentalmente, de dignidad en el ejercicio de la política. Por eso no debe extrañar a nadie que tengamos un presidente sin muchas atribuciones morales. Es una cosa propia de bastantes colombianos, parece, pues como me dijo alguna vez, convencido y justificativo, un pobre diablo, profesor de economía de una universidad de Santa Marta: "Con la dignidad no se come".

Pues bien: Angelino tiene medido a Santos, y eso me alegra, pues ello significa que, detrás de la apariencia servil del líder sindicalista, se esconde un verdadero maquinador político, un amante de la adversidad, que se atreve a meterse de frente con la corte de arrogantes tecnócratas de Santos, esos, los mismos que odian al país y a su gente porque les tocó vivir aquí, en medio de todos estos campesinos -como dicen-, cuando su lugar natural era el llamado primer mundo. (Lo que daría yo por cumplirles su deseo). Individuos, como el Ministro de Hacienda, el nuevo de Minas, el Director de Planeación, que, cuando ejercen la función pública, lo hacen con motivaciones bien diferentes al altruismo nacionalista, descastados que utilizan a la patria -parafraseando a Martí- no como altar, sino como trampolín.

Y, sin embargo, en manos de ellos estamos, porque así lo quieren tipos como Santos, a los que seguimos permitiendo llegar al poder. Por eso cobra mucha más importancia la valiente actitud (aunque después reculara un poco) de Angelino Garzón: genuino, raizal, representante de esta tierra, quien no necesita tener un doctorado para saber lo que realmente necesita el pueblo colombiano. Esto debe de saberles un poco a derrota a quienes han perdido su vida lamiendo las suelas de zapatos extranjeros en aras de obtener migajas como granjerías.