Never, radiografía de lo justo y la disciplina

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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


Mi padre lo llamó catire, yo nunca dejé de decirle gringo, pero nunca existió la ironía, aunque así pareciese ser, particularmente lo llamé gringo porque él, por más de dos ocasiones cantaba la canción “la bamba” melodía que hizo famoso al gringo Trini López y así lo llamé hasta su fallecimiento.

Desde muy joven abandonó sus estudios para dedicarse a la ayuda de su padre de quien heredó un ambiente saturado de optimismo, es difícil calcular hoy la suma de pesares, la incesante mareada de obstáculos que pusieron a prueba su carácter y su novatada, sin embargo, Never con aquella disciplina innata que conservó, desató la cadena del temor que azotaba su inocentada fructífera, arrancó de cuajo el desconcierto, aplicó la sencillez con virtud de su fortaleza, se enfrascó sin experiencia, pero con profundo ánimo a la lucha del trabajo cotidiano de gran crudeza y así se ganó la confianza de su padre y de todos aquellos que lo conocieron en el comercio.

Armado con grandes privilegios, y en supremo silencio tomó como asentamiento el escritorio donde sin ser versado en el conocimiento de las ciencias económicas, con suprema responsabilidad aplicó formulas, acentuó y realizó grandes transacciones comerciales, a paso de paquidermo y totalmente leal a su consigna, supo vencer grandes contrastes, sometió el silencio y se mostró con elocuencia productiva.

Cuando se encontraba provisto de una cimentada experiencia y habiendo higienizado todas las dificultades, decidió casarse con Elizabet Manjarrez con quien compartió más de tres décadas acompañados con sus hijos, Armando, Andrés, Ricardo, Nadia y Mayra quienes a igual que su padre heredarán aquella suma de moral, aquel prestigio evidente, aquella autoridad comercial que su abuelo José Luis dejó como legado.

No sólo se casó con Elizabet sino también con su trabajo, por conservar un método hiperdisciplinario adoptó su labor como un semidios
Fue Never, un ser alejado de la sociedad no conoció la deslealtad, fue celoso con su negocio y temerario hasta lo absurdo, fue Never un ejemplo de nobleza, un patriarca sin proponérselo, su humanidad fue siempre un negro oro.

Es supremamente lamentable que aquel ser lleno misericordias y clemencias se haya ido y se haya ido para jamás volver, es terrible que aquella figura venerable, ya no nos ve, ni nos oye, ni nos habla, él que fue todo ojos; él que fue todo oídos, él que fue todo verbo, verbo puro, verbo de Dios, nos hoy toca contemplarlo con gesto doloroso y expresivo.

Dentro de la relatividad humana estas palabras ¡Never ha muerto¡ indican solamente la misión de un mortal que cumple su destino, la caída silenciosa de una fruta cargada de perfume y de miel que se desprende al peso de una tranquila madurez; más cómo desconocer que aquella humanidad cubierta con oro negro declina hacia el abismo de la final delicuescencia, arrastrando consigo muchas esperanzas.

La desaparición del gringo Never, no es el ocaso de un sol que se oculte por la tarde, para reaparecer mañana, es el súbito hundimiento de un cuerpo que se despide de este mundo para jamás volver.

Hoy desatendió a todos para acercarse a la visita eterna de Dios, dejando en este universo un gran legado que no se puede comparar con el oro y el diamante, porque tienen poco valor para confrontarlo.

gringo negro, hoy te fuiste, pero mientras viva el orden, mientras viva la honestidad, mientras exista el pudor, mientras coexista la honorabilidad y mientras viva la honradez y exista lo justo, tu jamás morirás. ¡adiós para siempre Never Iguarán¡