Los principios son faros que señalan el camino que conduce al desarrollo pleno del hombre

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Los principios o pautas de desarrollo humano constituyen el segundo don de nacimiento que nos fue otorgado, pero a diferencia de la libertad, primer don de nacimiento, el cual hay que desarrollar, los principios…hay que deducirlos…, ya que se encuentran inscritos en nuestra naturaleza humana, de manera similar a como las leyes físicas o naturales, están presentes en la naturaleza, pero hay que desentrañarlas, tal como lo hizo Newton con la ley de la gravitación universal.

Sin embargo, como según Maimónides, uno de los grandes comentadores de Aristóteles, los seres humanos “nos encontramos dificultados para hacer una original deducción de los principios de conducta que arrancan de nuestra naturaleza, pero, podemos conocerlos gracias a la división del trabajo”, pues los estudiosos del tema pueden profundizar en él y realizar la deducción de los principios inscritos en nuestra naturaleza humana, así como lo hace el científico que reconoce o descubre una ley de la materia en la naturaleza.

En efecto, son varias las razones que expone Maimónides que dificultan la deducción: “carencia de los conocimientos filosóficos previos necesarios para hacer personalmente la deducción; deformación de nuestra conciencia por la debilidades personales, que nos impediría un análisis sereno, objetivo e imparcial de (nuestra naturaleza humana) y de los deberes de nuestra conducta que brotan de ella; y apremios existenciales que dificultarían dedicarnos con paciencia y tiempo a un estudio arduo y prolongado…”

De manera que, una vez deducidos los principios, gracias a la división del trabajo mencionada, éstos deben servir de orientación para vivir guiándonos por esos principios o leyes naturales, en lugar de seguir la cultura de hoy basada en remedios rápidos, pues la ignorancia o el desprecio de tales principios constituyen la forma más grave de degradación en el hombre, pues así como no se pueden violar las leyes y principios naturales, ya que con ello se contaminan o colapsan los ecosistemas naturales, tampoco se pueden desestimar los principios o pautas humanas de conducta so pena de contaminarse también los ecosistemas humanos, pues los principios son universales, intemporales y manifiestos.

Los principios son universales, porque, de acuerdo con Covey, trascienden la cultura y la geografía; intemporales porque no cambian nunca; y manifiestos porque son indiscutibles, es decir, no requieren demostración, como los axiomas matemáticos. Estas características de los principios obedecen a que ellos surgen de la naturaleza humana y se deducen rigurosamente del concepto de hombre que tengamos. Carlos Llano Cifuentes, filósofo mexicano, señala que los principios “son pautas de desarrollo contenidas en la idea clásica del ser humano: dueño de sí y ansia de infinito, es decir, libre y trascendente”.

Para el filósofo mexicano “el cenit cultural de las normas humanas de conducta se encuentran reunidas en el decálogo bíblico, que configuran lo que él denomina los principios de contenido concreto, que tienen de denominador común: el desarrollo de la persona; (…) no son meras prohibiciones o normas voluntariamente impuesta por Dios, sino que están relacionadas con el desarrollo de la persona, (…) pues con la trasgresión del decálogo bíblico agrede el hombre su condición de persona, al convertirse en objeto…tanto la persona que ejerce la acción a la que se refiere el mandato o principio, como aquella a la que tal acción es destinada”.

Pero, sin duda el mayor síntoma de trasgresión de los principios que conducen al desarrollo pleno del hombre y a la plena sostenibilidad ambiental y social de nuestra civilización…es la actual crisis ecosocial del planeta.


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