Rebrote en Santa Marta, urgen medidas con enfoque social y económico

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


La ciudad de Santa Marta, ha registrado durante las últimas semanas un aumento significativo en las cifras de contagio y fallecimientos por Covid-19, lo cual, ha llevado al gobierno Distrital a imponer medidas para la contención de la propagación y evitar así el colapso de su red hospitalaria.

Entre las medidas impuestas, se destacan: el pico y cedula, toque de queda y ley seca, las cuales fueron justificadas con base en la necesidad de controlar la indisciplina social. Esta conducta, sin embargo, no debe endilgarse de forma generalizada para todos los sectores de la ciudadanía. Al respecto, debe cuestionarse la conveniencia de que el Gobierno Distrital, recurra a la aplicación indistinta de este tipo de restricciones, sin considerar que con ellas castiga a sectores económicos formales, que han hecho significativos esfuerzos financieros para adaptarse a las nuevas condiciones impuestas, y lograr así la reactivación de sus negocios.

Contrario al comportamiento de los sectores formales, se observa como la informalidad en sus diferentes modalidades, se ejerce en esta ciudad, sin dios y sin ley: ventas ambulantes y estacionarias con defectuosa implementación de protocolos de bioseguridad, fiestas clandestinas, reuniones familiares que superan el máximo de personas recomendado, son entre otras actividades sociales las que están fuera del control de la autoridad pública.

La Alcaldía Distrital, como ha ocurrido en ciudades en el nivel nacional e internacional, debe avanzar en la implementación de planes y estrategias focalizadas para la gestión de la emergencia sanitaria, de forma que, si bien se prioriza la salud, no se descuide la sostenibilidad económica del territorio. No se puede perder de vista que, aún con la llegada de la vacuna, todavía resulta incierto hasta cuando la humanidad deberá convivir con el virus.

En Colombia, ciudades como Bogotá, Medellín y Barranquilla, que presentaron incrementos en sus cifras de contagio durante los meses anteriores, han logrado reducirlas mediante la implementación de planes de acción apoyados en la identificación, georreferenciación y seguimiento de los casos detectados, lo cual facilitó no solo la movilización de la atención y tratamiento más oportuno, sino la aplicación con mayor precisión de medidas sociales y económicas, de acuerdo con la velocidad de los respectivos brotes.

Las cifras no mienten. Santa Marta, dado que su estructura social y económica se encuentra fuertemente ligada a la actividad turística -uno de los sectores más golpeados por la pandemia en el mundo-, vio afectado el desempeño de sus principales indicadores. Este escenario económico, comenzó a fue a revertirse a partir de la flexibilización de las medidas impuestas por la emergencia sanitaria y los planes de reactivación nacional.

Es así como, pese a los rezagos de la crisis, Santa Marta, logró destacarse en el nivel nacional como el destino con mayor porcentaje de ocupación durante la pasada temporada turística, con un indicador de 54,4%, aunque esta cifra estuvo muy por debajo del 72,3% registrado en enero de 2020. En ese orden, el desempleo local, después de galopar en altos niveles durante el año anterior, comenzó a disminuir como se observa en los trimestres móviles de Oct-Dic/2020 (16,4%) y Nov/2020-Ene/2021 (15,4%), Dane.

La ciudad, necesita continuar sobre la senda de la reactivación económica, sin que esto implique el deterioro de la salud pública. Implementar acciones con enfoque en sectores sociales y económicos, a fin de mantener el ritmo que se requiere para superar los efectos de la crisis, mientras avanza el proceso de vacunación. Si bien, este es un desafío para las autoridades locales, aún en medio de circunstancias extremas como la pandemia, estas deben responder a su obligación de apoyar a las empresas, proteger el empleo y el ingreso.

No está demás, recomendar al Gobierno Distrital, que contribuya con el manejo de la emergencia, mediante la supresión de sus eventos institucionales públicos, a través de las cuales en varias ocasiones ha congregado significativos grupos de personas. Dichas actividades, además de resultar inoportunas e innecesarias, envían un mensaje equivocado a la ciudadanía, respecto a mantener la disciplina social.


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