Crisis del agua en Santa Marta, frente a los desafíos globales

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


Más allá del negocio que para algunos representa el agua, este es un servicio vital para la supervivencia, lo cual ha quedado demostrado una vez más, en medio del impacto de la actual crisis sanitaria. Asimismo, lo confirma el Dr Lee Jong-wook, Director General, Organización Mundial de la Salud:
“El agua y el saneamiento son uno de los principales motores de la salud pública. Suelo referirme a ellos como «Salud 101», lo que significa que en cuanto se pueda garantizar el acceso al agua salubre y a instalaciones sanitarias adecuadas para todos, independientemente de la diferencia de sus condiciones de vida, se habrá ganado una importante batalla contra todo tipo de enfermedades.”

Contrario a la relevancia que autoridades mundiales como el Dr. Jong-wook, conceden a la gestión del agua, existen ciudades en las que esta responsabilidad por parte de sus gobiernos, no ha sido priorizada. Este es el caso de Santa Marta, donde pese a que, desde hace más de 30 años, se advertía de la necesidad de buscar nuevas fuentes hídricas para satisfacer la demanda que crecía producto del aumento de la población, y el desarrollo de las actividades económicas en el territorio, el tiempo pasó, y poco o nada fue lo que se avanzó al respecto. Es innegable la responsabilidad que, en este caso, le cabe a los gobiernos que datan desde esa época hasta ahora.

Tampoco se puede negar, que, en la ciudad, la necesidad de un recurso tan básico como el agua, nunca antes como hasta ahora, había sido tan manoseada para beneficio de los intereses político-económicos de unos pocos, en perjuicio de la gran mayoría de la población, que debemos subrayar, se caracteriza por su vulnerabilidad social y económica.

Desde el ámbito del desarrollo, el Informe/2019 de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas, ha considerado el acceso al agua potable, como una dimensión que refleja el grado de desigualdad e injusticia ambiental en las sociedades. Al respecto allí se sentencia: “Las desigualdades ambientales son, en gran medida, fruto de decisiones, tomadas por quienes ostentan el poder de decidir. Corregirlas también es una elección”. Consecuente con esto, el derecho humano al agua y el saneamiento, también está recogido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente en el Objetivo 6, considerado transversal, por su incidencia frente a los otros 16 objetivos diseñados para conseguir soluciones integradas frente a las grandes problemáticas mundiales.

En efecto, la transversalidad del Objetivo 6, para el caso de Santa Marta, resulta consistente cuando se analizan los resultados de la medición de indicadores de ODS, que realizó para 15 ciudades/distritos del país, la Red de Ciudades Como Vamos/2019. En los indicadores que guardan una íntima relación con el agua y el saneamiento básico, la ciudad registró lo siguiente: Incidencia de la pobreza monetaria extrema (6.2)- tercer peor desempeño; Tasa de mortalidad por desnutrición en menores de 5 años (11.38)-posición 13/15 ciudades; Tasa de mortalidad infantil en menores de 1 año (12.7)-posición13/17 ciudades; Coeficiente de Gini (0,46)-posición10/15 ciudades.

Estos indicadores, dan cuenta de la precaria situación de Santa Marta, no solo para atender la crisis de agua actual, sino los desafíos globales que imponen la falta de una solución definitiva de dicha problemática frente al cambio climático, la salud pública, el sustento de las actividades productivas, la seguridad alimentaria, y en general, las distintas dimensiones que caracterizan la gestión del desarrollo sostenible

Frente a la incapacidad de los gobiernos locales para gestionar soluciones respecto a dicha crisis, la sociedad civil -organizaciones profesionales, gremios, veedurías, académicos y medios de comunicación-, está en mora de organizarse como parte activa para liderar ante el Gobierno Nacional, una cruzada por la solución de esta histórica problemática. La responsabilidad social del sector privado frente a la ciudad, no puede quedarse en simples patrocinios u obras sociales; se requieren sus capacidades para salir del estancamiento social y económico en el que ésta se encuentra sumida.

No puede ser que, la ciudad siga impasible ante el mediocre desempeño de sus gobiernos, y se conforme con los inconclusos pozos, el carro-tanque naranja y la motobomba, como estrategia para combatir los retos que depara el futuro inmediato.