Teléfono roto

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Solo en el Caribe se puede acabar un mundo que nunca existió. Solo en el Caribe se toma con tanto folclorismo la que hubiera sido la noticia del milenio si hubiera sucedido, pero como no sucedió, entonces fue noticia que no sucedió. Realismo mágico en esteroides.

Lástima que este año no haya carnavales porque estoy segurísimo que los barranquilleros se la hubieran gozado como solo ellos saben hacerlo. Uno no entiende que fue lo que le falló al pastor Gabriel Alberto Ferrer Ruiz. El hombre era profesor de lingüística en la Universidad del Atlántico, y según él, el mensaje del Todopoderoso fue claro y sin interferencias.

Lo sucedido o lo no sucedido, solo podía ocurrir en un caserío miserable llamado Isabel López, en donde la pobreza, la ignorancia, y otras cosas malolientes, se pasean libremente por las calles. Si creyera en la predestinación, diría que el pastor Ferrer, quizás el único loco letrado del tugurio, estaba predestinado, aunque todavía no sepamos para qué. No era para menos, logró el milagro nunca visto en esos parajes de graduarse de doctor.

Todavía me pregunto cómo carajos se iba a acabar el mundo para ellos. El mundo degenerado por el placer lujurioso y el consumismo que justifica su destrucción, en Isabel López aun no lo conocen ni siquiera por televisión porque no tienen luz. Realmente los lopezenses no querían que se acabara el mundo de las perversiones bíblicas sino su propio mundo de dolor, miseria, abandono y frustración colectiva. Leyendo la no-noticia noticia, me vino a la mente la novela de Vargas Llosa titulada La Guerra del Fin del Mundo. Para redondear el paralelo solo falta que Ferrer les hubiera pedido a sus seguidores no pagar impuestos porque el mundo se iba a acabar. Vaya uno a saber si lo hizo.

Forzoso concluir que la locura es simplemente asunto de números. Las locuras mayormente aceptadas no son locuras. En un caserío donde se come de vez en cuando como para no olvidar como se hace, pedirles a los “feligreses” que ayunen por dos semanas o no es sacrificio, y si lo es, es maldad pura…pero a todos les pareció lógico. Tampoco uno se explica para qué vendieron sus pertenencias terrenales. En fin, la belleza de la locura es que es a la vez desafío y burla a la lógica, cuando no son la misma cosa.

Si, estos son tiempos apocalípticos. Yo también veo los signos por doquier, los mismos signos del fin del mundo que se han visto desde que existe el mundo: calentamiento global, terremotos, incendios, huracanes, hombres que quieren ser mujeres y viceversa o no saben si pertenecen a la especie. Confusión y caos total. Si no ha sucedido ya, estamos cerca de ver el primer matrimonio inter-especie porque no faltara el loco o loca que quiera casarse con su gato o perro y formar una familia.

En lo personal, solo hay un signo del fin del mundo que me parece confiable y merece toda la credibilidad. Cuando lo vea, ahí si me preparo, pero no antes. Supuestamente los hombres nos tendríamos que subir a la copa de los árboles para evitar el acoso “sexual” de las incontables chachas, y hasta ahora a mí ninguna chacha me ha montado la perseguidora -aunque todavía no pierdo la esperanza- y por los tiempos que corren, parece que eso no me va a suceder a mí ni a los compañeros del gremio, así que hay mundo para rato.

El pastor Ferrer ya tendrá otra oportunidad porque estoy seguro que su congregación no lo abandonará, sino que por el contrario crecerá en fervor y admiración. Algo se inventará para justificar la pifiada. Tal vez los ayunos calmaron la ira de Dios y salvaron al mundo.