Santa Marta, una reactivación pasiva

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


El inicio de la fase de aislamiento selectivo decretado por el Gobierno Nacional, dio lugar el pasado 1° de septiembre, a la fase de reactivación económica del país. Etapa en la que serán determinantes, las capacidades de concertación, creatividad y gestión de los gobernantes locales, a fin de impulsar y ejecutar acciones encaminadas a la recuperación de los distintos sectores socioeconómicos en sus territorios.

En este orden, los gobiernos de diferentes ciudades del país, han diseñado concertadamente planes de reactivación socioeconómica a través de los cuales, más que regresar al status quo de pre-pandemia, buscan hacer de esta coyuntura, una oportunidad para captar recursos del Gobierno Nacional, con los que apalancar la solución de problemas históricos de alto impacto. Por esta vía, los gobiernos aspiran a mejorar la calidad de vida de sus poblaciones, estimular la generación de empleo y mejorar las condiciones de competitividad locales. Entre los planes de reactivación anunciados en el país, uno de los más ambiciosos y que vale la pena analizar, es el de Barranquilla, el cual propone en cifras concretas: lograr un crecimiento económico del 8% por medio de una inversión de $5.1 billones ($1,8 billones/2020 y $3,3 billones/2021), parte de la cual se gestiona ante el gobierno central.

En el caso de Santa Marta, la recuperación socioeconómica encara grandes desafíos, debido a la complejidad de la nueva realidad que impone la crisis sanitaria frente a los sectores del turismo, hoteles, restaurantes y comercio, los cuales tienen una significativa incidencia en la generación de empleo e ingresos de la ciudad y el Departamento (23,7 % del PIB departamental y el 42 % del empleo, CCSM).

Según el Dane, durante el trimestre mayo-julio, la ciudad reportó un aumento en su tasa de desempleo (21,7%). Asimismo, durante el periodo de cuarentena, la economía local se afectó con el cierre de miles de empresas, en muchos casos definitivos, y en otros, sus reactivaciones serán lentas y costosas, debido a la implementación de las medidas de bioseguridad requeridas para operar.

Pese a los síntomas de una economía local en urgencias, la respuesta del gobierno Distrital ha sido inferior a las circunstancias. Lo que hasta ahora se ha conocido como plan de reactivación, no ha consistido más que en la reapertura de negocios, dónde el empresariado asume la carga de la recuperación, mientras que el Distrito desempeña un rol pasivo de seguimiento y verificación del cumplimiento de medidas establecidas. Esto, si bien es una tarea de la entidad, no es consecuente con la dimensión de la responsabilidad de sacar esta ciudad adelante.

Mientras Barranquilla, anuncia inversiones para la recuperación integral de ronda de caños, arroyos y cuerpos de agua, nuevas alternativas de transporte y la fase III de Transmetro, entre otros, en Santa Marta, el Distrito divulga con bombos y platillos, que lidera el retorno de la re-invasión del espacio público. Esto, luego de perder la oportunidad histórica de relocalizar a vendedores ambulantes y avanzar en la recuperación de áreas estratégicas como la Av. Campo Serrano.

A estas alturas el Gobierno Distrital, debería haber avanzado en la gestión de proyectos estratégicos para la competitividad de la ciudad, entre los que se destaca, la solución de acueducto. Asimismo, impulsar la ejecución del Plan Vial del Norte en su alcance progresivo, dado sus impactos en aspectos como la movilidad, generación de empleo y competitividad del territorio.

Santa Marta, se encuentra en el peor escenario posible. Atraviesa una de las crisis económicas más agudas de su historia socioeconómica, huérfana de autoridad pública y desprovista del liderazgo de su clase política y gremial.
En este momento, la ciudadanía en general, debería ejercer la defensa de los intereses de ciudad y exigir acciones y soluciones proporcionales a la crisis. Desafortunadamente, parece que la mayoría, prefiere asumir en este momento histórico, el rol de la orquesta que tocaba mientras se hundía el Titanic.