La puerta trasera

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Por estos días, me vi por cable un documental llamado Los dos Escobar. Un documental excelente que trata sobre las vidas del asesinado futbolista Andrés Escobar y la de Pablo Escobar.

Realmente, había olvidado los horrores cometidos por el Cartel de Medellín en su lucha por prohibir la extradición de nacionales colombianos. Me estremeció recordar estas épocas y por primera vez pude apreciar la dimensión de semejante barbarie.

Apartes del documental muestran cómo Pablo Escobar en su intento por no ser extraditado, se atrevió a hacerse elegir como Representante a la Cámara y así lograr inmunidad. El lograr esa notoriedad nacional que antes no tenía, y que logró a raíz de enfrentarse con el ministro Lara Bonilla, fue realmente el comienzo de la ola de terrorismo.

Esto me hizo pensar, en lo insensato que es que algunas personas, que por distintas razones deberían evitar lograr cualquier tipo de notoriedad, la persigan a cualquier costo. Las motivaciones varían y van desde la simple vanidad hasta propósitos criminales, como por ejemplo, enriquecerse con el erario público.

Por estos días pre-electorales, y en el juego de dar y conseguir avales o recolección de firmas, han comenzado a aflorar por todo el país, denuncias sobre algunos candidatos. Lamentablemente, las denuncias han sido muchas, y creo que a pesar de los esfuerzos de las autoridades y de los partidos, algunos candidatos válidamente cuestionados lograrán temporalmente su cometido.

A estos candidatos cuestionados, les digo que no es ni recomendable ni sano que se quiera hacer política por la puerta de atrás. Lo digo porque no es aceptable que los precandidatos que no pudieron entrar por la puerta de adelante, traten de meterse por la de atrás.

Creo que es una pésima práctica acudir a buscar el aval de partidos cuestionados o recolección de firmas como mecanismos de evasión a cuestionamientos algunas veces válidos y a veces no tanto.

Aquí lo propio y lo correcto es dar la cara y explicaciones satisfactorias, máxime cuando los cuestionamientos son de conocimiento público.

Una simple recolección de firmas no puede ni debe servir de pila bautismal, y no se puede pretender que porque se logró un gran número de firmas, los cuestionamientos desaparecieron por arte de magia, y entonces ya no hay que dar explicaciones.

La experiencia ha demostrado que cuando los cuestionamientos no son respondidos satisfactoriamente, de llegarse a ganar, se termina por perder la investidura y muchas veces la libertad.

No sirve como explicación decir, que se es víctima de la estigmatización de los medios de comunicación. Tampoco sirve el lanzar una colección de frases ingeniosas y grandilocuentes. Aquí lo único que sirve es probar con hechos contundentes que los cuestionamientos son injustos.

En su defecto, lo prudente es retirarse de la contienda, lo más calladamente posible, y no dejarse llevar por el orgullo y amor propio para persistir en lo que podría ser un intento suicida con consecuencias nefastas e impredecibles el candidato y quienes lo rodean.

Tenemos que entender que el generar atención pública y notoriedad, sobre todo en la búsqueda de cargos de elección popular, obliga a que muchas veces se tengan que dar explicaciones pedidas y no pedidas sobre asuntos que de otra forma permanecerían en el ámbito estrictamente privado y familiar.

Es recomendable ser cauteloso a la hora de buscar notoriedad.

Y es por esto que siempre se ha dicho que el que tenga rabo de paja que no se acerque a la candela. Este dicho es aún mucho más cierto, cuando no sólo se tiene rabo de paja sino que además está impregnado de gasolina de alto octanaje.

Como diría un gran amigo: en las horas difíciles, prudencia, prudencia y más prudencia, que todavía están a tiempo de parar.