A propósito de la renuncia del ministro Botero

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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


Para el mundo debe ser extraño que quienes combatieron por más de cincuenta años y dejaron al país en el más deplorable situación de abatimientos.

hoy sus grandes cabecillas, los autores de tantos males, jactándose de impunidad y escudados con aquella clemencia criminal, impasible ante los sollozos de los huérfanos y ante la justa indignación de los ciudadanos ejemplares, se pasean osadamente por todo el territorio nacional, se recorren de un extremo a otro todo el país, afanados en aprovechar su impunidad para acrecentar al negocio que jamás han dejado, como es el de obtener tanta riqueza a cambio del envenenamiento humano y del ultraje a la integridad humana del pueblo colombiano. Como su atesorado y sangriento negocio los llevó a ocupar curules en el Congreso de la República, poseen ahora la destreza de dictar normas, tal vez para favorecer a aquellos que cometan delitos y luego superen su anormalidad saliendo impunes del más grandioso delito, o tal vez pagando una pena irrisoria que a la larga se convierte en un castigo inofensivo que al final catequiza al infractor para que alimente sus ímpetus delictivos.

Jamás en la historia del país se había vivido la deshonrada conducta de hombres, que, por cincuenta años de lucha para la inestabilidad del país, se premiaran con tanta parcialidad, hasta el punto de dar cabida en curules en el Congreso, como si toda su historial de atentados no fuese bastante a demostrar su índole y su tendencia, la más encarnizada y pertinaz probarían hasta la saciedad que es imposible reprimirlo de otra manera que por medio de la fuerza.

Hoy el congresista Roy Barrera castiga la conducta que el alto gobierno tomó para acabar con la vida de Gildardo el Cucho, uno los grandes cabecillas que exterioriza grupos subversivos. Desafortunadamente en esa operación lícita fueron abatidos juntos con el subversivo, ocho infantes que a fuerza del reclutamiento lo arrastraron arbitrariamente al campo oculto de los insurrectos. Por este hecho el legislador ha despertado el desprestigio más alarmante de la historia de nuestras Fuerzas Armadas. Es cierto que los niños no deben ser objeto ni blanco para la conquista de la paz, pero tampoco es menos cierto que sea plausibles que se tomen infantes como mecanismo de defensa para que los enemigos de la paz nacional se escuden con su presencia y lo adiestren con propósito delincuencial y lo forjen para que en su adultez se instruyan como enemigos de la paz nacional 

De los grupos subversivos en Colombia sólo se ha heredado un mundo de dificultades, sin embargo, cuando el Estado toma medidas sensatas para exterminarlo, el legislador Barrera pregona que la conducta asumida por el Ministro de Defensa, es reprochable por haberle negado al país la desaparición ocho niños combatientes que murieron en el bombardeo.

Sin embargo, Fuerza Militares mediante comunicado sí, informaron oportunamente a las autoridades competentes toda información relacionada a los resultados del bombardeo. Por la dignidad nacional y por hacer honor a la democracia y a la discreción, el ministro Guillermo Botero prefirió poner a disposición del presidente de la República la cartera que ejerció con decoro por dieciocho meses.



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