Cógele la plata al otro?

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


Resulta  imposible durante estos días no referirse al desarrollo del debate electoral regional en estos valiosos espacios de opinión, y esto no es para menos, pues de los resultados de este proceso dependerán en gran parte, decisiones fundamentales para el desarrollo social, económico y ambiental de nuestro territorio en el corto y mediano plazo.

Resulta más difícil sin embargo, abstenerse de opinar al observar la decadencia en la que en particular para el caso del Magdalena, este debate cae por cuenta de algunos candidatos que se empeñan en ser profetas de la perdición moral de la ciudadanía, al introducir en sus campañas, estrategias que no hacen más que socavar el buen juicio de los electores y por ende en irrespetar el ejercicio democrático.

Si bien, las campañas políticas se caracterizan por el despliegue de creatividad e ingenio para dar a conocer las propuestas y proyectar en lo posible el talante con que el candidato busca distinguirse de sus contrincantes, estos propósitos generalmente han estado enmarcados en mensajes que promueven las buenas prácticas políticas y electorales de los aspirantes, votantes y de la organización del debate como tal.

Contrario a lo anterior, durante el actual debate electoral, al parecer producto del desespero, alguna campaña ha puesto en circulación a través de las redes sociales, mensajes que a pesar de que buscan atacar a un candidato en particular, lo que hacen es promover la apología al delito. Este es el caso del jingle que propone a los votantes: “Cógele la plata al otro”, el cual al parecer es de los mismos creadores del igual de decante mensaje, “Que roben pero que hagan”.

Más allá de lo delicado que resulta el hecho de que una campaña política induzca claramente al delito electoral, lo que realmente debe preocupar a la sociedad samaria al respecto, es el daño que en profundidad causan este tipo de propagandas a la moral ciudadana; pues estas lo que terminan por hacer, es validar el hecho de que los ciudadanos bajo cualquier excusa justifiquemos la comisión de delitos y estemos además, dispuestos a desconocer los acuerdos ciudadanos implícitos en nuestra sociedad y las reglas de la democracia como sistema político.

Frente a este escenario, pregunto a los respetables lectores y ciudadanía en general: ¿Será que es válido que un candidato sonsaque a los electores so pretexto de sus ambiciones particulares, para que estos se ensucien sus manos y conciencia por recibir el dinero de corruptos? Será que esos ciudadanos al aceptar dinero de corruptos y no votar por ellos, estarían exentos de ser judicializados por la autoridad debido a la comisión de un delito electoral? Será que ese candidato que propone a los ciudadanos prácticas tramposas e ilegales, tiene la suficiencia moral y ética para gobernarlos? Será que este candidato que induce al delito es moralmente superior al que ofrece dinero por un voto?

Resulta muy preocupante que como sociedad produzcamos este tipo de liderazgos negativos, pues la naturaleza fraudulenta de estas estrategias, solo dejan claro el talante antidemocrático de quienes las impulsan y hacen uso de estas. Este tipo de propaganda política, es propia de quienes una vez promueven el estado de decepción en la ciudadanía, mediante el mecanismo de adoctrinamiento masivo, buscan degradar la conciencia colectiva para legitimar la inmoralidad de sus actuaciones, es decir; se trata de disminuir moralmente a la sociedad de forma que esta no tenga la autoridad para señalarlos más adelante.

“Que roben pero que hagan” y “Cógele la plata al otro”, son ese tipo de mensajes que demuestran la calidad moral de quienes los promueven y eso no admite discusión. Ahora bien, lo que nos queda por saber es, si los samarios estaremos dispuestos a tranzar nuestros valores individuales y principios civiles colectivos, para escoger a gobernantes que a cambio de cualquier obra o intervención -que son además su trabajo y no un favor que le hacen a la ciudad como lo pretenden presentar- nos piden que encubramos sus multimillonarios desfalcos al erario, como si esto fuera suficiente para tener licencia para robarnos.

Debemos estar atentos de los líderes que escogemos seguir porque sabiamente lo dijo Voltaire: «Aquellos que pueden hacerte creer absurdidades, pueden hacerte cometer atrocidades».