Justicia y política; ¿amigas y rivales?

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


Por estos días ante la proximidad del debate electoral, en Colombia se evidencia una vez más como la justicia y entes de control pisan el acelerador para desempolvar las investigaciones que a muchos de los candidatos les tienen en remojo desde hace algún tiempo.

Esta situación se ha convertido en algo rutinario, que se ve venir de manera cíclica en cada periodo y que  precisamente  se ha impuesto como uno de los cálculos que realizan los aspirantes a cargos de elección popular, a la hora de postularse.

Esta realidad viene generando una serie de ambigüedades e incertidumbres que terminan por confundir al elector y afectan necesariamente sus decisiones. Específicamente, perturban aquellos anuncios judiciales  que se dan a conocer sobre  candidatos en medio de los debates, y que después de impactar las expectativas políticas - como al parecer es el objetivo-  terminan durmiendo el sueño de los justos, posiblemente hasta el próximo ciclo electoral.

Lo anterior resulta muy desafortunado para el ejercicio democrático y en especial para los ciudadanos, quienes todavía no asimilamos, cómo es posible que se presentan tan campantes, candidatos a cargos de elección popular inmersos en investigaciones, que involucran prontuarios disciplinarios, fiscales y penales, que van desde hechos de corrupción hasta crímenes.

Con todo el respeto que se debe al Sistema de Justicia, muchos ciudadanos nos preguntamos, cómo es que las autoridades judiciales y el sistema como tal, permiten que las investigaciones que recaen sobre estos aspirantes, se dilaten y prolonguen hasta el punto en que, no solo logran mantenerse en la contienda electoral, sino que en la mayoría de los casos ganan en medio de cuestionamientos y conflictos por sus actuaciones personales y/o públicas.

No pasan desapercibidas tampoco, algunas decisiones judiciales que han logrado permear el escenario político, bien sea sacando o introduciendo en la contienda electoral a algunos candidatos, según la fuerza política que los respalda. En  función de esto, se ha conocido como en un mismo caso, se producen fallos de entes que se contradicen de un extremo a otro, dependiendo del momento, de las instancias y las escalas en que se tomen dichas decisiones. 

La separación de poderes en la actualidad es cada vez más difusa, incluso, a veces pareciera que los organismos judiciales y entes de control tienen también una agenda política que superponen ante el deber de administrar justicia de forma independiente. Unas veces la Justicia y la Política, lucen como amigas y otras veces, como rivales.

Mientras tanto, la ciudadanía en medio de la impunidad, le abre paso al sentimiento de impotencia de tener que resignarse al hecho de ser gobernados o representados políticamente por personas indignas y hasta peligrosas para nuestra sociedad.

Nada más frustrante para un ciudadano, que después de haber sido víctima de uno de esos muchos criminales de cuello blanco, éste sea investido de autoridad pública,  en gran parte gracias a las fallas del sistema de justicia para determinar oportunamente las responsabilidades y condenas del mismo. 

No se puede desconocer que la institucionalidad de la Justicia colombiana, ha enfrentado luchas históricas que han costado la vida de muchos de sus valerosos y heroicos funcionarios; quienes en los tiempos de mayor violencia, inspiraron a otros a seguir adelante y no desfallecer ante la cultura del crimen. Sin  embargo durante  los últimos años, algunas de las  actuaciones del sistema, han detonado la indignación y la perdida de fe de la ciudadanía en éste.

Los ciudadanos esperamos, que en este debate electoral el sistema de justicia no se quede en anuncios calculados políticamente y que por el contrario cimiente las bases para que tengamos la oportunidad de elegir y ser elegidos, al menos con  información clara y oportuna sobre la situación legal de  los candidatos que aspiran a gobernarnos.

Que el sistema, no nos induzca al error de escoger a nuestro verdugo.