Digan a ver por qué se cambia el ‘changón

Columnas de Opinión
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La política está obligada a responderle a la gente esta pregunta: "de qué se puede vivir". A la dirigencia pública no le interesa el asunto, se limita a decirle a la gente "de qué no puede vivir" y claro, la sorprenden las catástrofes sociales.

La cuestión no es nueva ni exclusiva de Colombia, sucede en casi todas partes. Para no ir lejos, en los últimos meses hemos visto cómo se alborotaron los pueblos árabes en seguidilla y ahora observamos que el jaleo en Europa arranca en España y Grecia para seguir quién sabe por dónde y hasta dónde.

La razón es la misma. Los encargados de pensar por el conjunto de la sociedad no le han dicho a la gente "de qué puede vivir"… a lo mejor porque no saben y ni siquiera se han hecho la pregunta… entonces no abrieron cauces a la necesidad que tienen todas las personas de trabajar.

Sucede que la gente se ha ido hartando de ver pasar el tiempo sin ocuparse en algún oficio que le dé ingresos con qué atender las necesidades, comida, vestido, vivienda, agua, transporte, salud, educación, comunicación y recreación.

Y cuando menos se piensa, masas enormes de población sienten que sobrellevan condiciones deplorables de vida, hambre, frío, calor, suciedad, sed, enfermedad ,ocio, soledad y angustia, sin saber qué hacer para salir del hueco. Cada quien mira a los lados y ve que casi todos a su alrededor están en las mismas y se desesperan, explotan… ¡y a manifestarse…!

La sociedad no tiene la respuesta de lo que hablo. No tiene nada interesante para decir a las multitudes cuando preguntan en qué pueden ocuparse para vivir o al menos para sostenerse con dignidad. Cuando digo "la sociedad" me refiero a los dirigentes y en primera fila a los políticos que son los encargados de pensar por la comunidad, en eso consiste su oficio.

Pero no, desde la política se hacen y se responden otras preguntas. La más común es "¿Cómo se ganan las elecciones?" y para responderla el oficio tiene expertos de cabecera que reciben remuneraciones multimillonarias por desplegar técnicas que dominan y que mientras haya con qué pagarlas, funcionan.

Aún cuando la mayoría de los políticos ni siquiera dan vueltas al asunto y van derecho al estómago del pobrerío. Atarugan los bolsillos de dinero y salen a la calle a mercar votos. Saben a la perfección cuántos votos necesitan, dónde están y cuánto cuestan, el "mercado" define el precio en el conocido juego de oferta y demanda que se encarga de formar los precios como lo hace con cualquier mercancía.

Siempre sucede igual. El elenco político sale elegido después de elecciones y nada interesante pasa en la vida de la gente porque al fin de cuentas la mayoría de ciudadanos no saben para qué votaron y ni siquiera por quién votaron. En esa cadena de sucesos a lo largo de años las condiciones en las que sobrevive la gente van empeorando poco a poco y aunque el retraso sea imperceptible, se acumula capa sobre capa y cuando adquiere cierto espesor, la gente pierde la paciencia. Miren las multitudes en las calles y las plazas de las ciudades en los países de Oriente Medio y en las españolas y griegas. No es de extrañar que el agite se riegue por el resto de Europa, Irlanda Portugal Italia, quién sabe por dónde y hasta dónde.

Vuelvo al comienzo. Los políticos más elaborados y juiciosos preguntan "cómo debe vivir la gente", eso lo saben hacer. Pintan pajaritos de oro, que los medios de transporte, que las viviendas, que los colegios, que los hospitales, que las avenidas, que las carreteras, que los puertos, que tantos policías, que tanto ejército, que estas leyes.

Lo que no saben y quizás ni siquiera se lo preguntan y por lo mismo carecen de respuestas para dar, es "¿de qué puede vivir la gente…?" En vista de esa falta de orientación la gente resuelve por su cuenta la cuestión. Rebusque, prostitución, contrabando, narcotráfico, extorsión, fleteo, sicariato, juegos de azar, lavado de activos, robo, atraco, estafa, saqueo al erario, fraude vicio, y pirámides… la gente no es boba, se la arregla por su cuenta… se organiza en mafias y arranca por la calle del medio llevándose en paro lo que se le atraviese…

En fin, desde la política no le dicen a la gente "de qué puede vivir" pero sí le dicen de qué "no" puede vivir. En Colombia es patético. Olvídese de los textiles y de las confecciones y de las flores y del café y del banano y de la industria manufacturera y de la marroquinería y de la zapatería y de la agricultura y en fin… en eso nos ganan en otras latitudes y el mundo se globalizó… Y para rematar le echan al vulgo el sermón de lo que "no puede" pensar para sobrevivir… ahí está casi completa la consabida lista de actividades a las que la gente se pliega para regatearle mendrugos o ganarle de mano a la vida… son las "vueltas" marginales y por lo general ilegales a las que se dedican multitudes en el vaivén cotidiano entre la clandestinidad, la cárcel y el cementerio. Para represarlas y reprimirlas está la Fuerza Pública… y cómo la ilegalidad crece y crece y crece porque la gente no tiene más qué hacer, la Fuerza Pública crece y crece y crece… mientras los malosos la matan la burlan y la corrompen… Así sube y sube y sube hasta el delirio el caos social… hasta llegar al deplorable espectáculo de muertos regados por todas partes y podredumbre y miseria hasta en el último rincón… En este punto es cuando viene el míster y declara… "hacen esfuerzos pero continúa la inseguridad… estamos ayudando… deben redoblarse las tareas para detener el narcotráfico y combatir las bandas terroristas… además hay muchos pobres, la pequeña minoría es potentada y no paga impuestos, el fisco gasta más de lo que recibe, tienen qué amarrarse los pantalones…" El tipo se da vuelta y regresa a Washington mientras aquí seguimos en la misma cosa… sin saber de qué podemos vivir sin tenernos que matar y sin tener que matar a nadie…

Parece sencillo. Ojalá algún día los políticos digan de qué puede vivir la gente sin que le echen la Policía encima y en qué van a ayudar para sacarla del "changón" la perica y la putería…

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