“El otoño del Patriarca”

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


“Durante el fin de semana los gallinazos se metieron por los balcones de la casa presidencial, destrozaron a picotazos las mallas de alambre de las ventanas y removieron con sus alas el tiempo estancado en el interior, y en la madrugada del lunes la ciudad despertó de su letargo de siglos con una tibia y tierna brisa de muerto grande y de podrida grandeza.”

Este primer párrafo de la novela “El Otoño del Patriarca” de nuestro querido Nobel García Márquez, podría perfectamente estar describiendo el primer fin de semana de abril, en la sutil primavera de esta ciudad caribeña, cuando entraron funcionarios de la Dirección Nacional de Inteligencia atraídos por la pestilencia que hedía en la Alcaldía Distrital de Santa Marta y que por varios años fue perfumada con el discurso populista de quién es considerado el “Patriarca” del movimiento Fuerza Ciudadana.

El lunes, después de removido el tiempo estancado; Santa Marta despertó de un letargo de siete años en el que estuvo sumida por cuenta de la hábil manipulación de Carlos Caicedo y sus discípulos, quienes se presentaron como los dueños de la moral pública, pretendiendo dar cátedras de honorabilidad y transparencia a los que denominaron despectivamente “la clase política tradicional”. La misma a la que trataron como una amante que les ofrecía sus favores en privado, pero de la cual renegaban en público.

El “Patriarca”, hay que decirlo, gozó de una vibrante primavera en un periodo obscuro para el Departamento y para el país. En medio de la crisis política por la influencia del paramilitarismo en prácticamente todos los sectores socioeconómicos, él era el Rector de la UNIMAG, quién según sus propias palabras y de otros ya no tan convencidos, “sacó a esta entidad de una profunda crisis financiera”. Lo que no ha podido explicar Caicedo es por qué durante sus tres periodos como rector y como nunca más ha sucedido al interior del Alma Mater, fueron asesinados tres miembros de la comunidad universitaria, desaparecieron a estudiantes como el documentado caso de Lesbia Polo y otros más fueron expulsados, amenazados y obligados prácticamente a exiliarse fuera del país.

Fueron tres periodos en el que el “Patriarca” gobernó la UNIMAG como su patria chica, en ella no se disponía nada sin que él lo autorizara y así mismo nadie podía siquiera pronunciarse sin su consulta y mucho menos en su contra; como así lo hizo el estudiante Hugo Maduro, quién después de denunciarlo ante el Procurador General de la Nación por haberse posesionado como rector sin título profesional, fue vilmente asesinado días más tarde.

Por su paso en la Alcaldía evidenció en mayor escala su carácter dictatorial y déspota, minado por la paranoia y la psicosis de quién sabe que su pasado más oscuro será descubierto en cualquier momento. De esto dan cuenta las denuncias por maltrato y persecución de quienes tuvieron la desgracia de ser sus colaboradores en algún tiempo, pero a quienes se les abona haber tenido el criterio y la sabiduría de tomar distancia de él oportunamente.

El “Patriarca” es consciente de que su podrida grandeza está a la vista de todos y por eso sus desesperados intentos de mantenerse en el poder; bien sea declarándose en desobediencia civil, desconociendo la institucionalidad de la Democracia y la Justicia que en esta oportunidad no se ajustan a sus intereses; o como lo hizo otrora, cuando se declaraba víctima de “fuerzas oscuras” mientras a su derecha e izquierda caían los muertos de los cuales hoy es sindicado como presunto determinador.

Santa Marta está asistiendo al vergonzoso Otoño del “Patriarca”; el que para unos fue líder y luego su verdugo y para otros simplemente lo último. Él está llegando a su ocaso político, en medio de los arrebatos y abusos propios de a quién se le agotaron los recursos para impedir el inminente trancazo de la justicia divina y la de los hombres.

Lo que más atormenta al “Patriarca” es el castigo del olvido que será, a pesar de la nostalgia que sufrirán quienes lo acompañaron por este camino de codicia y triunfos turbios.